“Y así va el mundo. Hay veces que deseo sinceramente que Noé y su comitiva hubiesen perdido el barco.”
Mark Twain
No me pillo los dedos si afirmo que en el último año casi todos nosotros hemos tenido los mismos pensamientos que el padre de Tom Sawyer. Particularmente, siento fatiga ante cada nuevo ‘fin del mundo’ que se pronostica. Cuenten conmigo las veces: el referéndum en Reino Unido y el divorcio irrevocable entre la Unión Europea y la ‘pérfida Albión’; el referéndum en Italia saldado con la dimisión de Renzi y un sistema político fallido; las elecciones norteamericanas y la victoria del magnate de los negocios Trump; las elecciones en Holanda y la amenaza de que Wilders ‘El Populista’ llegara a conquistar el poder; la carrera presidencial en Francia y el miedo a una eventual victoria de la ultraderecha, xenófoba y antieuropea, de Le Pen, que hubiera puesto en jaque al ya dañado espíritu de la Unión Europea. Y no hay manera, el fin del mundo parece haber cogido cita para otra fecha. Cualquiera diría que hay unos inversores insensibles que celebran las crisis políticas, las crisis migratorias, las amenazas de guerra y el terrorismo. Pero no, no se trata de eso. Es el Reflation Trade.