Al mercado le da cuerda especialmente una manecilla en los últimos meses: la expectativa de subidas de tipos. Cuando en octubre se empezó a barruntar la posibilidad de que el Banco Central Europeo coja la senda que ya tomó la Reserva Federal de los Estados Unidos hace ya casi dos años -primero reduciendo la compra de bonos, y segundo subiendo por primera vez los tipos de interés a finales de 2015-, nadie pensaba que se pudiera acelerar la expectativa de subida de tipos al ritmo en que ha llegado a suceder.
El cambio de paso es tan drástico que si hace unos años el mercado se preguntaba cuánto podría llegar a pagarse en porcentaje de tipos de interés negativos por la deuda, la pregunta ahora es cuánto se va a encarecer el coste financiación para todo el mundo. Lo que ha ocurrido con la deuda española sirve para explicarlo. El bono español a diez años alcanzó el 30 de septiembre su rentabilidad histórica mínima en el 0,88 por ciento, y desde entonces ha llegado al 1,9 por ciento, aunque en las últimas semanas se han producido compras que lo han llevado al nivel del 1,6 por ciento.