
Poco a poco el otoño empieza a dejarse notar en el hemisferio norte. Cada vez hay menos horas de luz solar; la bajada general de temperaturas se hace más evidente en determinadas horas del día y llegan los primeros resfriados otoñales. A la economía española parece estar pasándole algo parecido. El largo y cálido verano del que ha estado disfrutando el crecimiento (cinco años consecutivos de expansión), empieza a perder fuerza. Así lo refleja nuestro último Boletín Trimestral de Coyuntura Económica FOCUS, en el que nuestro Gabinete de Estudios Económicos afirma que “la desaceleración es un hecho”. El ritmo de crecimiento seguirá siendo muy elevado, pero las primeras señales del otoño están ahí: de crecer un 3,1% en 2017, pasaremos este año a una tasa del 2,7% y para 2019 nuestro pronóstico es del 2,4%. En el informe se anticipa además una senda más próxima al 2% en los años venideros, un nivel que nuestro equipo de expertos no considera preocupante. De momento, las nieves no llegarán a nuestra economía, el invierno no se está acercando. Pero no conviene ignorar los primeros vientos del otoño.
Las primeras manifestaciones de este cambio de temperatura proceden de factores exógenos, según se explica en el FOCUS: la subida del precio del petróleo, el menor crecimiento en Europa (el principal cliente de las exportaciones españolas) y el descenso del turismo (destinos mediterráneos más económicos como Túnez, Turquía o Egipto empiezan a morder cuota de mercado a España).