En cualquier contexto de crisis económica se acaba produciendo un aumento de la morosidad que puede acabar en una ejecución para saldar la deuda pendiente. Tras casi un año de fuerte crisis económica, con el mayor desplome del PIB desde que hay registros (el 11% en 2020), esa realidad podría estar cada vez más cerca. Sin embargo, por el momento ese aumento de la morosidad parece que se está conteniendo a juzgar por los resultados de las principales entidades financieras que estamos conociendo estos días. La moratoria hipotecaria y de crédito ha ayudado a aliviar una situación que se extiende ya mucho más de lo esperado en marzo. La gran incertidumbre se encuentra ahora en los créditos ICO otorgados durante la pandemia a pymes y autónomos y en el lento avance de la vacunación.
Con la tercera ola y el endurecimiento de las restricciones, el panorama económico se aleja, al menos en este primer trimestre del año, de ser optimista. De hecho, el sector bancario, que percibe como esa mora se ha contenido, sí descuenta que se incremente a medida que avance el año.