Dice el refrán que no hay peor ciego que el que no quiere ver. A sólo dos meses de que finalice 2014, el inversor en renta fija tiene dos opciones: o aceptar un escenario absolutamente desolador que no se parece al que ha vivido en los últimos años; o ponerse un antifaz y seguir pensando que la renta fija, es renta y es fija. La escenificación de una realidad económica en la que vamos a vivir muchos años casi sin inflación y acercándonos en algunas ocasiones a la deflación, con tipos de interés históricamente bajos, provocarán que la rentabilidad de los productos de inversión que compran bonos sea irrisoria. La expectativa hoy de una cesta de deuda en el mercado europeo para el próximo año ofrece solamente la posibilidad de ganar un 1 por ciento de interés, de acuerdo con el índice Barclays Capital Euro Aggregate Bond, uno de los índices más seguidos para medir qué interés se espera de las carteras de bonos europeos, bajo una serie de hipótesis que suelen reunir los peores escenarios. Mínimo absolutamente histórico. Es más, los expertos aseguran que para lograr una rentabilidad superior al cero por ciento se necesitará una gestión activa de la inversión. Un futuro el que nos aguarda que no tiene nada que ver con las rentabilidades que se han alcanzado en la fija en los últimos meses, por la que muchos ahorradores presumen de haber logrado mayores rentabilidades en esta parte de sus inversiones que incluso con la renta variable.