La gran incógnita que pende sobre la economía española ahora que la recesión parece haber quedado definitivamente atrás reside en si es posible alumbrar una recuperación vigorosa de la actividad económica sin el tradicional crédito bancario que riegue el tejido empresarial. El propio comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, aportaba recientemente su visión sobre el asunto y no resulta nada halagüeña: “La historia de la economía nos enseña que no hay crecimiento económico sostenido sin crecimiento del crédito”. Aplicando este axioma a España, existe un alto riesgo de que la incipiente recuperación sea cicatera e insuficiente para generar las dosis de inversión empresarial y empleo que necesita un país que soporta casi seis millones de parados.