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La economía española y el autosabotaje

La economía española  y el autosabotaje

Pocas veces se puede decir que la economía mundial afronta un año en tan favorables condiciones como este que comienza, en el que el crecimiento mundial estará muy próximo al 4%, y se producirá además de forma global, prácticamente sincronizada entre los grandes bloques económicos. La economía de Estados Unidos mantendrá la pujanza exhibida en 2017, espoleada ahora con los estímulos fiscales lanzados por Trump, Europa consolidará un mayor dinamismo y en general las grandes economías emergentes se sumarán al festín del crecimiento. De hecho, es muy posible que el número de países en recesión se reduzca a un mínimo histórico. El comercio mundial, pese a la permanente amenaza del proteccionismo, seguirá afortunadamente al alza, teniendo al sector exportador español como alumno aventajado. De hecho, entre enero y noviembre del año pasado, las empresas españolas exportaron por valor de 255.000 millones, tanto como en todo 2016, lo que asegura otro récord anual.

De este momento dulce de la economía mundial se beneficiará como es lógico la española, que enfila su quinto año de crecimiento consecutivo –tres de ellos por encima del 3%­­- después del infierno padecido entre 2009 y 2013. Lo que podemos esperar, pues, de este 2018 en el que la economía ha entrado con una “importante inercia expansiva”, como lo ha calificado el gobernador del Banco de España, Luis Linde, es que asistamos a otro ejercicio de crecimiento vigoroso y que esto permita seguir generando empleo a buen ritmo, espoleado en gran parte por el imparable auge turístico. Se están creando más de medio millón de puestos de trabajo al año, y a este ritmo es previsible que en dos años se haya alcanzado el nivel de ocupación previo a la crisis, esto es, por encima de los veinte millones de cotizantes, después de una infausta década pérdida para el empleo. Además, gracias a los pingües ingresos proporcionados por el tirón del turismo y de las exportaciones, dos grandes motores del crecimiento, será posible afrontar otro año más con superávit por cuenta corriente.

La fortaleza de la economía española y su estabilidad financiera están siendo premiadas por el mercado, como pone de manifiesto una cómoda prima de riesgo con perfil descendente -se sitúa sensiblemente por debajo de los noventa puntos básicos- que permitirá reducir los costes de financiación del Tesoro y del conjunto de la economía. Una buena noticia para seguir enjugando en buena medida la deuda y el déficit públicos, por lo que se espera que esta misma primavera España salga de la vigilancia de Bruselas por el déficit excesivo, toda vez que el desequilibrio presupuestario quedará este año por debajo del 3%. Afortunadamente, lejos queda ya aquel preocupante 11% de déficit sobre PIB alcanzado en 2009.

Todo esto permite afirmar que España sigue inmersa en una recuperación intensa, que además transcurre de manera mucho más equilibrada que las vividas en anteriores ciclos expansivos. Como se ve, los vientos para la economía soplarán propicios, pero sería ingenuo pensar que esta situación de bonanza está garantizada a futuro y caer, por ello, en una anestesiante autocomplacencia que nuble los riesgos que sin duda prevalecen y los retos que a los que nos enfrentamos.

Desde una óptica exterior, la economía mundial, y con ella la española, debe empezar a caminar sin el desmesurado apoyo de los bancos centrales, y aunque en principio no cabe esperar sobresaltos en los tipos de interés, que seguirán muy bajos, no hay que perder de vista que los bancos centrales han comenzado ya el camino de vuelta para revertir la extraordinaria laxitud de la política monetaria en los últimos dos años, con los efectos colaterales que ello ha supuesto en términos de exceso de liquidez y de apalancamiento. Tampoco habrá que perder de vista la cotización del petróleo, en la órbita ya de los 70 dólares y atisbando los 80 como avisan en el propio mercado petrolífero. No es lo que conviene a una economía como la española tan dependiente del petróleo y menos después de unos años acostumbrada a volar con un crudo muy barato; uno de los llamados vientos de cola, junto con un euro depreciado, que ahora también, por cierto, está fortaleciéndose. Y en el ámbito europeo no es fácil prever cuál será el verdadero impacto del Brexit.

Pero con todo, los mayores riesgos para la economía española no los tenemos fuera. En estos momentos se puede asegurar que responden a un perfil genuinamente endógeno. El principal a corto plazo reside en la situación de Cataluña, que tras las elecciones del pasado 21 de diciembre sigue sin resolverse. Es muy deseable que en las próximas semanas se pueda lograr un acuerdo para un gobierno estable en Cataluña que promueva un escenario de normalización en la actividad política catalana. De lo contrario, se puede generar un riesgo real de mayor inestabilidad financiera y económica que mine la confianza de las familias en sus decisiones de consumo, de los inversores, de los empresarios… en Cataluña en particular y en España en general. De hecho, el Fondo Monetario Internacional acaba de lanzarnos en el Foro de Davos una advertencia al respecto, al situar a España como la única gran economía que no se ve beneficiada en términos de mejora de las previsiones de crecimiento de este nuevo auge de la economía mundial, precisamente por la penalización que supone la incertidumbre en Cataluña.

El otro gran riesgo endógeno, de alguna forma conectado con el anterior, tiene mucho que ver con la parálisis reformista en el país. Si en buena medida la economía española está recogiendo ahora los frutos de las reformas realizadas en plena crisis, se corre ahora el riesgo de que sus efectos acaben agotándose. La economía es una bicicleta de piñón fijo y si dejamos de pedalear corremos el riesgo de caernos. Y hay cuestiones concretas en las que es preciso pedalear sin desmayo. El más acuciante es la aprobación de los presupuestos generales del Estado para este año, el principal mecanismo de cualquier Gobierno para influir en la actividad económica. Pero hay otros ámbitos como el mercado laboral, en donde pese a la intensa creación de empleo hay que seguir actuando para combatir la precariedad y mejorar la calidad del mismo; también en el ámbito de las pensiones, donde la bomba del envejecimiento demográfico está estallando bajo nuestros pies sin que se perciba voluntad decidida para desactivarla por parte de los dirigentes políticos antes de que se vea seriamente comprometida la sostenibilidad del sistema. A ello habría que añadir que España no puede perder más tiempo en la carrera global por la investigación y la innovación. El crecimiento del empleo sigue produciéndose en sectores de baja productividad, y por ello hay que intensificar los cambios que favorezcan el tránsito hacia un modelo productivo en el que ganen peso los sectores de mayor valor añadido. Y para ello cobra también especial relevancia una mejora de la calidad de la enseñanza.

En psicología se entiende el término autosabotaje o autoboicot como la tendencia de quienes lo sufren a ponerse trabas, límites y complicaciones a uno mismo que terminan por entorpecer u obstaculizar el camino hacia objetivos determinados; una inclinación a negarse oportunidades que constituye una de las principales causas del fracaso personal. Algo así como tener el enemigo dentro de uno mismo. En el actual contexto de expansión y de bonanza económica internacional España debe evitar el autosabotaje, porque si hacemos bien los deberes el crecimiento esperado para este 2018 y la consiguiente creación de empleo debería repetirse durante varios años más.

Juan José Garrido, Redactor Jefe de Expansión

Juan José Garrido es periodista especializado en información económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, comenzó a trabajar en el Diario de León. Ha desarrollado su carrera profesional en el diario Expansión, donde en la actualidad es Redactor Jefe de Economía/Política y de Opinión. Ha colaborado en tertulias de televisión y medios escritos especializados en economía con artículos de opinión.

Categorías: Estudios y Análisis

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