A priori, los datos del mes de agosto suponen un oasis en el desierto de cierres echados que ha dejado el COVID-19. Por primera vez en lo que va de año 2020, el emprendimiento registró tasas positivas de crecimiento. Se crearon un total de 6.091 empresas, cifra un 4,10% superior a la del mismo mes del año pasado (5.851), según se extrae del Radar de Concursos de Acreedores y Creación de Empresas elaborado por el Gabinete de Estudios Económicos de axesor.
Sin embargo, a la vista de lo ocurrido los meses anteriores y a la espera de lo que ocurra durante el mes de septiembre, todo podría quedarse en un espejismo. Afirmación esta que parte de la propia estacionalidad del emprendimiento a finales de verano. Al analizar los datos se observa que son dos sectores los que repuntan muy por encima del resto: educación, que con 124 nuevas sociedades crece a un ritmo interanual del 36,26%, y agricultura, donde se crearon 189 empresas, registrando un alza del 25,17%.
Atendiendo al histórico, ambos picos son habituales debido al arranque del curso escolar y a las campañas de recogidas de frutas propias de esta época, especialmente las de la vendimia y los cítricos. Por tanto, a la hora de hablar de tendencias de aquí a final de año no podemos tomar estas cifras como referente. Además, debemos estar preparados tanto para un probable nuevo frenazo en ambos sectores como para un incremento en el número de concursos de acreedores, que valga la pena mencionarlo, en educación cayeron un 33% en agosto y se mantuvieron a raya (0% de variación interanual) en el caso de las actividades agrícolas y ganaderas.
De hecho, si observamos el acumulado del año, el emprendimiento en las actividades educativas y formativas se contrae casi un 24% y en agricultura, ganadería y pesca lo hace un 19% respecto a los ocho primeros meses de 2019. Los datos hablan por sí solos.
Otra cifra que resulta llamativa es la relativa al repunte de la creación de empresas en el comercio. Con 1.328 altas en los Registros Mercantiles, marcó un crecimiento del 14,38%. En este caso, hemos de tener en cuenta el efecto necesidad. Tal y como ocurrió durante la anterior crisis económica, muchos de los ciudadanos que se encontraban en situación de desempleo están optando por emprender para ‘salir adelante’ e, incluso, ‘a la desesperada’. Sectores considerados como “fáciles” debido a requerir una inversión inicial reducida y, teóricamente, una menor especialización, se convirtieron en polos de atracción para los nuevos emprendedores, como estaría ocurriendo ahora. Hablamos de comercio y hostelería principalmente. La tesis queda avalada con los datos relativos al capital desembolsado para las nuevas constituciones que en agosto se contrajo más de un 21% (desde los 19,16 millones de euros a apenas 15,13). Esta reducción se eleva hasta el 34% si medimos el acumulado de los ocho primeros meses del año.
Otro de los factores que ha servido de puntal para el trasvase de emprendedores al sector del comercio es la crítica situación por la que atraviesa la hostelería. El sector registró un 2% menos de constituciones que el pasado año, acumulando una caída de casi el 30% entre enero y agosto. No olvidemos tampoco que las restricciones que se han impuesto en bares, cafeterías y restaurantes están haciendo mella en un sector que, antes de la pandemia, representaba un 6,2% del PIB, aglutinaba a 300.000 empresas y proporcionaba empleo a 1,7 millones de trabajadores. Limitaciones que, tal y como denunciaban hace unos días los representantes de los hosteleros, podrían acabar con el cierre de 85.000 establecimientos y la pérdida de entre 900.000 y 1,1 millones de puestos de trabajo directos e indirectos.
Más allá del detalle sectorial, la realidad no es positiva. Hasta agosto, el emprendimiento ha caído en todos los sectores y todas las comunidades autónomas respecto a 2019, a ritmos que superan, con muy contadas excepciones, el 20%.
Panorama gris oscuro al que se suma que la ficción de la caída de concursos de acreedores creada por las medidas tomadas durante los meses más críticos de la pandemia ha quedado al descubierto. El porcentaje acumulado de reducción es cada vez menor, y eso que todavía no hemos entrado en otoño, cuando desde axesor ya se advierte de un aumento de las insolvencias empresariales.
Y todo lo anterior con un agravante más: el de los rebrotes, que obligan a muchas comunidades autónomas a tomar medidas que invitan a los confinamientos voluntarios y, por tanto, paralizan en gran medida el consumo.
Estamos, por tanto, continuamos en un desierto del que sólo saldremos con más y mayores medidas dirigidas a las empresas.