La gran mayoría de los concursos de acreedores que tienen lugar en la economía española corresponden a sociedades mercantiles creadas tras el inicio de la crisis. Nuestro Gabinete de Estudios Económicos ha analizado la cuestión y ha descubierto que 1.787 de los 4.108 procedimientos formales de insolvencia que se iniciaron en España el año pasado correspondieron a empresas creadas a partir del año 2008, un 43,5% del total. Hay incluso una decena de empresas constituidas en el propio año 2018 que ya han entrado en concurso, toda una muestra del corto ciclo de vida empresarial en algunos sectores. Pero también hay actividades donde las empresas jóvenes están demostrando una gran resistencia, una resistencia a prueba de concursos; es el caso de las actividades de la construcción y el sector inmobiliario. Son, sin duda alguna, las que salen mejor paradas en este análisis sobre la edad de las empresas en concurso.
Sobre el mercado inmobiliario llevan meses sonando los tambores de una posible burbuja, el sector no para de subir. Así, el Ministerio de Fomento acaba de confirmar que el precio de la vivienda libre creció en 2018 en promedio un 3,9% y ha encadenado 15 trimestres consecutivos de subidas, casi cuatro años seguidos. Nuestras propias estimaciones apuntan a que en 2019 se volverán a vender más de medio millón de viviendas por segundo año consecutivo, de acuerdo con los datos de nuestro Boletín Trimestral de Morosidad PULSE, con un promedio de mensual de aproximadamente 46.000 unidades, un 36% superior al que había hace tan solo tres años. El sector avanza y las empresas jóvenes representan sólo el 20,2% de las compañías inmobiliarias que entraron en concurso durante el ejercicio pasado, menos de la mitad del promedio nacional. En el sector inmobiliario, las sociedades que más caen son precisamente las empresas creadas durante la burbuja y sus años previos, 101 de 193; es decir, un 52,3% del total del sector.
La construcción está estrechamente relacionada con la actividad inmobiliaria y, al mismo tiempo, ha hecho un profundo esfuerzo de internacionalización y saneamiento que está dando sus réditos. A todo esto, se suman las renovadas expectativas de reactivación en el segmento nacional de infraestructuras, como es el caso del anunciado Corredor Atlántico, que conectará por ferrocarril la costa atlántica peninsular con el centro de España y también con Europa y para el que se contemplan durante los próximos 10 años inversiones superiores a los 16.800 millones de euros. El hecho es que las nuevas empresas del sector constructor parecen aguantar mejor que el promedio nacional, ya que representan solo el 30,7% de todas las compañías constructoras que el año pasado entraron en situación de insolvencia judicial (229 de 745). Como ocurre en el inmobiliario, el grueso de las concursadas está compuesto por empresas creadas entre 2000 y 2007, unas 296.
Un dato para la reflexión es que el año de constitución que concentra el mayor número de empresas constructoras que cayeron en concurso en 2018 es, con mucha diferencia, el año 2005. De las 745 sociedades constructoras que iniciaron durante el último ejercicio un proceso formal de insolvencia, 61 habían sido creadas en 2005, justo cuando empezaban a asomar las primeras evidencias difíciles de ignorar de sobrecalentamiento en el sector.
Frente a la fortaleza que exhiben los sectores más vinculados al ladrillo, nos encontramos en contraposición al sector del comercio. Este sector es el que más empresas crea en España y también del que más compañías entran en concurso, por encima de la media nacional en cuanto a mortandad de sus empresas jóvenes, que representan el 47,4% del total de concursos en dicho sector. Así, de las 991 empresas inscritas como actividades de comercio que entraron en concurso en este sector el año pasado, 470 habían sido dadas de alta desde el año 2008 en adelante.
Pero el caso más significativo de mortalidad entre la juventud empresarial se da en el sector de Información y Comunicaciones, donde el año pasado 115 de las 177 empresas que entraron en concurso tenían como máximo 10 años de antigüedad; es decir 6 de cada 10. Las nuevas empresas de hostelería también salen maltrechas de este análisis: 165 de las 262 empresas que cayeron en concurso el año pasado eran hijas de la crisis, un 62,9% del total.
Por otra parte, el análisis realizado por nuestro Gabinete de Estudios revela que más de un centenar de empresas con más de un siglo de antigüedad desembocaron el año pasado en concurso y es que, en el mundo empresarial, al igual que éxitos pasados no garantizan triunfos futuros, la eternidad nunca está asegurada.