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Crisis en el ‘boom’ del emprendimiento

Crisis en el ‘boom’ del emprendimiento

Bien fuese por necesidad -caso de muchos- o por vocación -caso de muchos otros- primero la crisis, después la recuperación y, de por medio, la transición hacia un mercado de trabajo en el que la digitalización de la economía ha cambiado el modelo de relaciones laborales, despertaron el espíritu emprendedor de muchos españoles. Startups y nuevos proyectos empresariales afloraban por miles, llegándose a superar la barrera de los 13.000 en febrero de 2008.

Doce años después, parece que el boom del emprendimiento empieza a perder potencia. Desde que arrancase 2020 la creación de empresas se desploma peligrosamente. Enero y febrero cerraron con una caída del 8,71% con respecto a los dos primeros meses de 2019. Los absolutos que se recogen en el radar empresarial de axesor dan mejor idea de la magnitud, durante los dos primeros meses del año se constituyeron 1.522 compañías menos que hace un año. Asimismo, durante el mes de febrero, la curva descendente del emprendimiento se acentuó un 13,27%, dejando el número de constituciones por debajo de las 8.000.

Varias son las razones que, según organizaciones y expertos, justifican este frenazo. La desaceleración económica agravada por la crisis del Covid-19 que, sin duda, está suponiendo un lastre más para el crecimiento de la economía española -a la que ya ha restado una décima en tanto 2020 (hasta el 1,4%) y otra más en 2021 (hasta el 1,6%)-. Consecuencia de ello, la incertidumbre que ha paralizado sectores productivos clave como el comercio, la hostelería y el turismo, donde se concentran la mayor parte del tejido empresarial nuevo y consolidado, de España. A ello se añaden otros frenos, como las subidas impositivas que baraja el Ejecutivo de cara a los Presupuestos Generales del Estado, el incremento de costes laborales, tanto por la revisión de las bases de cotización como por la propia del SMI, y la excesiva burocracia. Pensemos que, de media, en España se tardan doce días en crear una empresa, cuatro más que en el resto de la Unión Europea.

La puntilla de un futuro incierto

Al preocupante descenso en la creación de empresas le pone la puntilla el desplome del capital desembolsado por las nuevas empresas, un 154% entre enero y febrero. Cifra que ha pesado sobremanera en el acumulado. Durante los dos primeros meses del año se han destinado 1.270 millones de euros a poner en marcha nuevos proyectos empresariales, frente a los 1.474 millones de los dos primeros meses de 2019. Es decir, un 14% menos interanual.

Así, la tendencia que marcan las cifras no es precisamente esperanzadora. Menos aún tras el contagio del COVID-19 a la economía mundial. Los expertos empiezan a repetir con mayor frecuencia de la habitual una misma letanía: “el dinero es muy miedoso”. De hecho, de aquí a unos meses, podríamos entrar en un estado de parálisis semicrónica que costará remontar, según coinciden cada vez más analistas, que ya trabajan bajo la tesis de una economía inmunodeprimida hasta el próximo mes de octubre.

Lo cierto es que tanto el emprendimiento como la supervivencia de las empresas -que también arroja malos datos, (en enero los concursos de acreedores se incrementaron un 29,40% más interanual y sólo se salvaron de ellos seis de los 20 sectores en los que el gabinete de estudios económicos de axesor divide la actividad económica)- dependerá de cuál de los tres sea el escenario en el que derive la crisis: un escenario en V – marcado por una caída y una recuperación rápida-; un escenario en U -en el que la contracción de la economía se prolongaría más allá del verano- ; y, por último, uno en L, -donde el crecimiento económico mundial se vería gravemente afectado por la pandemia y la recuperación se produciría muy a largo plazo-.

Así las cosas, el futuro pinta convulso. Pensemos en la volatilidad de los datos sobre el número de contagiados, fallecidos y curados, que se elevan cada minuto. Y en la decisión salomónica adoptada por el Gobierno de España que el pasado sábado 14 de marzo declaraba oficialmente el Estado de Alarma, decretando el cierre de todos los comercios con excepción de farmacias, supermercados y los que provean de productos o servicios de primera necesidad. Situación que sólo se había producido una vez en los 43 años de historia de la democracia española, en el año 2010 con la crisis de los controladores aéreos. O a los índices bursátiles de todo el mundo, teñidos de rojo casi cada día. O a los supermercados, repletos de lineales dignos de una película de Hitchcok.

Tormentas torrenciales que están arrasando el ecosistema de un emprendimiento “en barbecho” que necesitará las vacunas, los antivirales de la flexibilización fiscal y laboral y, las vitaminas del acceso al crédito, más allá de las ya anunciadas y pensadas, en todo momento, en el largo plazo.

Categorías: Radar Empresarial

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