Hace pocos días leíamos en el primer diario de comunicación nacional que “sólo una de cada doce empresas españolas, podrán acceder a los 7.000 millones de ayudas directas” aprobadas por el Gobierno hace unas semanas y que se empezarán a repartir el próximo mes de abril. Cálculo que se realizaba a partir de los datos aportados por el Gabinete de Estudios Económicos de axesor. La noticia se publicaba, además, tras conocerse que, según un informe de la patronal CEOE, las empresas españolas habían perdido 287.000 millones de euros de ingresos a consecuencia de la COVID.
Cifras, sin duda elocuentes, que dejan al tejido empresarial de España en la cuerda floja y que, en consecuencia derivan en un frenazo del impulso inversor. Es más, si en enero los datos mostraban cierto alivio en esta materia, febrero dio al traste con el atisbo de una recuperación relativamente cercana. Las ampliaciones de capital se contrajeron más del 25%, lo que en términos absolutos supuso 500 millones de euros menos que en el mismo mes de 2020. Además, esta caída arrastró el acumulado en los dos primeros meses del año hasta un negativo del -2%, según los datos que se recogen en nuestro Radar Empresarial de Ampliaciones de Capital.