Muchas veces no distinguimos entre estos dos términos siendo las causas y consecuencias para las empresas entre ambas muy dispares. Un problema de solvencia puede derivar en un problema de liquidez pero nunca un problema de liquidez puede derivar en un problema de solvencia.
A modo ilustrativo, si un coche tiene averiado el depósito y va perdiendo gasolina, este problema puede desembocar en que el coche se quede parado en el momento menos oportuno. Sin embargo la avería no se arregla simplemente repostando más gasolina, estando condenados a que se repita la parada una y otra vez hasta que se arregle el depósito.