En España la hostelería es, sin lugar a dudas, el termómetro del aquí y ahora económico. No es de extrañar, por tanto, que en un país en el que este sector genera más del 6% del PIB, factura cerca de 100.000 millones de euros y emplea a 1,5 millones de personas, el parón de la actividad provocado por la pandemia tardase relativamente poco en cerrarse.
Más allá de las percepciones a pie de calle que coinciden con terrazas y restaurantes llenos y nuevas aperturas de locales, los datos del Radar Empresarial de Concursos de Acreedores y Creación de Empresas a cierre del primer semestre del año 2021 elaborado por el Gabinete de Estudios de axesor an Experian company así lo ponen de manifiesto. Las insolvencias en bares, restaurantes y hoteles han caído un 32% en comparativa interanual. A ello, ha que sumar el retroceso de más del 23% registrado en el sector del ocio en general.
Por otra parte, las actividades hosteleras no han perdido su atractivo dentro del ecosistema emprendedor. Entre enero y junio 5.084 nuevos negocios abrieron sus puertas, cifra que es un 14% superior a la del mismo periodo del pasado ejercicio. Y lo que es más importante, la inversión inicial en los negocios hosteleros se disparó un 36%, hasta aproximarse a los 109,6 millones de euros.
Unos datos que contrastan con las previsiones macroeconómicas para el último cuatrimestre de año. Tras los resultados positivos que está viviendo el sector, la confirmación de la entrada de Estados Unidos en recesión y la incertidumbre económica de Alemania, que sería la pieza desencadenante del efecto dominó en Europa, auguran unos resultados económicos incierto. Perspectivas que, además, aterrizan en unos datos de consumo que se contraen casi al mismo ritmo que la liquidez en los bolsillos de los ciudadanos a causa de unos precios en máximos no conocidos desde 1.984.
Prueba de ello son tanto la caída del 16% en el volumen de envíos por comercio electrónico confirmada por la patronal del sector logístico (UNO), de la que se han hecho eco varios medios, como los últimos resultados de contabilidad nacional. Tras el titular, la letra pequeña revela que el gasto en consumo final de los hogares en el segundo trimestre descendió un 1,7% con respecto al trimestre pasado y que la contribución de la demanda nacional al crecimiento interanual de la economía retrocede cuatro décimas.
Por otra parte, hemos de observar cuál será la evolución de la concursalidad en los próximos meses tras la finalización de la moratoria aprobada por el Gobierno para paliar el impacto de la pandemia, el pasado 30 de junio. A este respecto, se espera un repunte en los meses de verano que podría agravarse a partir del otoño por la contracción del consumo a causa de la presión inflacionista y la subida de tipos de interés.
Bien es cierto que, pese a la constatada desaceleración de las cifras afiliación en el mes de julio, los buenos datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) del segundo trimestre podrían ser esa luz al final del túnel que anima a mantener la esperanza. Ahora bien, la evolución dependerá del impacto de las medidas que se tomen desde el Ejecutivo. Y ésta debe ser la de incentivar la inversión mediante rebajas fiscales, entre ellas las cotizaciones sociales, y el establecimiento de un marco laboral flexible que permita a las empresas adaptar sus recursos a una coyuntura tan compleja como la que estamos atravesando en la actualidad.