Escribe José Saramago en su novela El viaje del elefante que “la vida se ríe de las previsiones”. Llevado al ámbito de la economía, no puede ser más cierto. Especialmente en un momento, en el que casi todo está sujeto al capricho de un virus cuyas variantes están resucitando el alma mater de una de nuestras lenguas madre, el griego.
Ese ser microscópico lleva poniendo patas arriba las economías mundiales desde que apareció en marzo de 2020 y, por ende, dando al traste con los modelos econométricos conocidos hasta ese momento. El COVID ha convertido en impredecible lo que antaño, a final de cada ejercicio, se resumía en la letanía del “más de lo mismo”.
Prueba de ello es lo ocurrido el pasado 2021 en el tejido empresarial de España. Contra todo pronóstico, el emprendimiento registró su tercer máximo desde el año 2008. Además, también por tercera vez en el histórico, se superó la barrera de las 100.000 nuevas constituciones en un mismo ejercicio. Según los datos del Radar Empresarial de Concursos de Acreedores y Creación de Empresas elaborado por el Gabinete de Estudios Económicos de axesor an Experian company, se crearon 102.169 empresas, un 34% más que en el año 2020 y apenas 449 por debajo de las del año 2016 (segundo año más emprendedor tras 2008, con 107.362).
En principio, los datos apuntan al optimismo, sin embargo, este debería acompañarse del adjetivo contenido. La razón para tal afirmación es que podríamos estar ante el efecto burbuja que se dio en la anterior crisis. Es decir, muchos de los trabajadores que perdieron su empleo a causa de la caída de la actividad durante la pandemia podrían haberse refugiado en el emprendimiento, antes que pasar a engrosar las listas del paro. De hecho, si analizamos los datos de Seguridad Social a cierre del año, el RETA (Régimen Especial de Trabajadores Autónomos) habría crecido un 1,74% con respecto al año pasado. Y no sólo eso. El total de afiliados a este régimen en 2021 fue de 3.328.398 trabajadores, segunda cifra más alta desde 2007 y muy próxima al máximo de 3.384.156 alcanzado en el ejercicio de 2008. Es más, sólo en estas dos ocasiones se habrían superado los 3,3 millones de autónomos.
Por otra parte, merece la pena detenerse en cuáles han sido los sectores donde más sociedades se han constituido. El comercio, la hostelería y el sector del ladrillo (construcción e inmobiliarias), concentran casi el 53% de las nuevas sociedades. Actividades que, además, registran incrementos interanuales superiores al 34% -con excepción de las actividades comerciales que crecieron a un ritmo del 29%-. En síntesis, el emprendimiento se concentra en las actividades que menor cualificación requieren y que cuentan con un mayor grado de rotación, lo cual es un claro síntoma de que el autoempleo y la creación de empresas está ejerciendo de salvavidas frente al desempleo.
Boya con un débil anclaje si atendemos a los datos concursales. Comercio y construcción, con crecimientos superiores al 20% en ambos casos, registran las peores cifras (1.090 y 837 respectivamente). Misma circunstancia se da en el caso de las disoluciones, con 11.886 y un incremento cercano al 27% en el primero de los sectores mencionados, y 9.018 y un aumento de más del 25% en el segundo.
Dicho lo anterior, también es de justicia destacar dos cifras que, esperemos, sean la punta del iceberg del necesario cambio de modelo económico y abanderen la confianza en la recuperación: la creación de empresas en las actividades profesionales, científicas y técnicas se incrementó más de un 38%, hasta las 10.828 nuevas sociedades. A ello se suma que fueron las relacionadas con la sanidad y los servicios sociales las que registraron un mayor incremento relativo, superando el 58%. En esta línea, y con el objetivo de que la economía española consolide su transformación hacia un modelo más tecnológico y competitivo, desde axesor an Experian company, insistimos en la necesidad de apoyar con incentivos y exenciones fiscales o programas que cubran las necesidades de liquidez de las empresas durante los primeros años de vida, hasta el momento del break even. Además, creemos firmemente en los beneficios de incentivar que nuestras empresas dispongan de mayor facilidad de acceso a la financiación alternativa, especialmente aquellas que ya han pasado la fase del Venture Capital, pero que aún no sean lo suficientemente maduras para el Private Equity.
Asimismo, consideramos imprescindible desarrollar políticas que apuesten por los emprendedores digitales. España puede convertirse en el hub tecnológico de Europa, pero para ello necesitamos pisar el acelerador de la digitalización y facilitar que nuestras empresas pequeñas accedan a herramientas de información y soluciones innovadoras que agilicen la toma de decisiones y les ayuden en su proceso de transformación digital y de crecimiento en el mundo del comercio electrónico que, no olvidemos, puede suponer un primer paso para su internacionalización.
Por último, si queremos consolidar el emprendimiento y atraer a nuevos inversores debemos poner coto a la lacra de la morosidad con medidas que consigan que, de una vez por todas, las empresas y la propia Administración cumplan con los plazos de pagos establecidos en la Ley de Morosidad. Ni es de recibo ni hay balance que lo sostenga el hecho de que una pyme tenga que esperar más de 400 días para cobrar sus facturas como lamentablemente ocurre.