Si por algo se caracterizará este 2021, que casi estamos despidiendo, es por haberse convertido en viaje inesperado y lleno de sobresaltos que ha puesto a prueba nuestra capacidad de reacción, la de nuestras empresas y la de nuestra economía. Tras superar los meses más duros de la pandemia, los buenos augurios llegaban con el progresivo levantamiento de las limitaciones en actividades tan críticas para la economía española como la hostelería y el comercio.
Las previsiones adelantaron los brotes verdes de la primavera al mes de enero y “Filomena” se encargó de recordarnos que todavía estábamos en invierno. En esta ocasión era la nieve la que congelaba la actividad. Después, aunque atípica y muy por debajo de las cifras pre-pandemia, la Semana Santa abría una puerta a que la recuperación mantuviese el vigor esperado, tanto por la aportación del turismo nacional, clave para la campaña, como por la evolución de la campaña de vacunación. Sin embargo, el año nos deparaba más sobresaltos. A la vuelta del verano, se comenzaban a notar los efectos de la escasez de suministros, el precio de la luz se disparaba hasta los 380 euros por megavatio hora, el barril de Brent volvía a superar los 80 dólares con el consiguiente encarecimiento de los combustibles… En definitiva, se producía una tormenta perfecta que incrementaba los precios. O lo que es lo mismo, la inflación se situaba en el 5,6%, alcanzando así máximos no conocidos en 30 años.
Todo lo anterior no sólo ha frenado en seco la recuperación de muchos negocios y empresas que, para sobrevivir a la pandemia, se habían visto obligadas a acudir a los 100.000 millones de euros que el Gobierno puso a disposición de autónomos y empresas a través de las líneas de avales ICO - Covid-19, sino que ha generado un clima de incertidumbre que, a su vez, ha despertado de nuevo al fantasma de la morosidad en la banca. Un posible indicador de ello lo encontramos en los resultados del último Radar Empresarial de Ampliaciones de Capital elaborado por el Gabinete de Estudios Económicos de axesor an Experian company. A falta de un mes para cerrar el año, el volumen de capital ampliado por las empresas del sector financiero (bancos y aseguradoras) es más de un 204% superior al del mismo periodo del pasado ejercicio. Es más, con casi 12.100 millones de euros invertidos, el sector representa cerca del 45% del total ampliado por sectores, que hasta el mes de noviembre fue de algo más de 27.000 millones de euros.
Cabe la probabilidad de que, además de controlar posibles riesgos sistémicos por nuevos tensionamientos en los mercados a causa de las incertidumbres provocadas por, entre otras, el estallido de la sexta ola y la presión inflacionista, el objetivo que subyace a este importante incremento de las ampliaciones de capital en la banca sea el de dotarse de un buen colchón y evitar así que se dispare el coste del riesgo, actualmente en torno a los 47 puntos básicos de media.
No obstante, a pesar de que el sector financiero esté actuando de forma preventiva ante el incremento de los créditos en stage 2 -calificación que se da cuando se pagan las cuotas pero hay signos de aumento del riesgo de impago por acumular algún retraso o se detecta una pérdida de ingresos-, la banca española ni corre peligro ni está en la cuerda floja. Los resultados a cierre del tercer trimestre demuestran que se han recuperado los niveles de rentabilidad previos a la pandemia y que el sector cuenta con solvencia suficiente para afrontar un posible desequilibrio provocado por el incremento de la morosidad esperado.
Además, las entidades se verán beneficiadas por la prórroga aprobada a finales del pasado mes de noviembre por el Gobierno de España, aprovechando la extensión del marco temporal extraordinario de ayudas de Estado por la pandemia de la Comisión Europea. Bajo este paraguas y hasta el 1 de junio del próximo 2022, los beneficiarios de los préstamos ICO podrán solicitar una ampliación del plazo de amortización de su préstamo, así como requerir una quita hasta la misma fecha de 2023, lo que alivia, en parte, la presión de los bancos.
Con todo, habrá que esperar qué nuevas sorpresas nos depara un 2022 que, de momento, arrancará marcado por una sexta ola que ya amenaza con nuevas limitaciones y tocará de nuevo de lleno las cuentas de las empresas, muchas aún “con el agua al cuello” y tirando de ingeniería fiscal para asumir sus pagos. Dicho esto, miremos hacia el futuro en positivo y quedémonos con un dato que también se extrae del citado Radar Empresarial: mientras las ampliaciones de capital crecieron a un ritmo de más del 60% entre enero y noviembre en comparación con el ejercicio de 2020, en el mismo periodo se redujo un 5,5% menos de capital.