La llegada del calor del verano ha mejorado también el clima en la economía de España. Las revisiones de las proyecciones macroeconómicas pisan el acelerador de la recuperación en 2021. La última en pronunciarse ha sido la Comisión Europea que prevé un crecimiento del PIB del 6,2%, en línea con las estimaciones de Banco de España en un escenario central.
El escenario, a pie de calle, se traduce en que los ciudadanos seguimos tirando del ahorro acumulado durante los meses de confinamiento y restricciones, algo que seguirá siendo así de aquí a final de año y a lo largo de 2022. Así las cosas, el efecto de la denominada demanda embalsada se empieza a notar en las expectativas del tejido empresarial que ya ve la luz al final del túnel.
Los datos que recoge el Radar Empresarial de Concursos de Acreedores y Creación de Empresas a cierre del primer semestre, elaborado por el Gabinete de Estudios Económicos de axesor an Experian company, así lo demuestran. La creación de empresas ha registrado máximos pre-pandemia y el ritmo de crecimiento de los concursos de acreedores se ha ralentizado de manera importante. En concreto, diez puntos con respecto al que venía produciéndose hasta el mes de mayo.
En el caso del emprendimiento, entre enero y junio se crearon 56.157 nuevas empresas frente a las 35.395 del mismo periodo de 2020 y a las 53.375 de 2019. Es decir, se constituyeron casi 3.000 sociedades más que el año previo a que el COVID irrumpiese en nuestras vidas y la economía comenzase a hibernar. Hay que añadir que se da la circunstancia de que desde que arrancase 2021 la creación de empresas no ha cerrado ni un solo mes en rojo. O lo que es lo mismo, no ha dejado de crecer. Es más, cada vez lo hace con más intensidad. En junio el ritmo fue 3,5 puntos superior al del mes de mayo. Se da, asimismo, la circunstancia de que todos los sectores crecen y lo hacen por encima del 21%.
Incluso la hostelería, quizá el sector más dañado por la pandemia, cerró el semestre con más de un 51% de nuevos establecimientos, hasta alcanzar las 5.067 nuevas empresas en el sector.
Este optimismo debería verse consolidado por la llegada de los Fondos Europeos que, previsiblemente, incentivarán la inversión como primer eslabón de una cadena que sostendrá la creación de empleo y mantendrá la alegría en el consumo. También será sustancial la continuidad de los estímulos en la política monetaria, que los analistas dan por hecho tras la decisión del BCE de fijar el objetivo de inflación en el 2%.
Ahora bien, no hemos de perder de vista los riesgos que subyacen para una economía y un tejido empresarial aún convalecientes del zarpazo propinado por la pandemia. En primer lugar, el progresivo incremento de los contagios que estamos viendo en las últimas semanas y que está derivando en una vuelta a las limitaciones en comunidades autónomas como Cantabria o Cataluña, que ha cerrado de nuevo el ocio nocturno. En segundo lugar, la amenaza de supresión de las medidas de emergencia puestas en marcha por el Ejecutivo para paliar el impacto de la crisis, como los ERTE o las moratorias concursales, que podrían acabar con la clausura de miles de negocios en toda España. En tercer lugar, la posible subida del SMI –descartada por la ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital y vicepresidenta segunda del Gobierno, Nadia Calviño, al menos hasta ver cómo evoluciona la economía a lo largo de este segundo semestre-, y las realidades tangibles de los récords batidos por la tarifa de la luz y de la gasolina, causantes todos ellos del mal mayor para la economía, la inversión, las empresas y los consumidores: la incertidumbre.
Ante estas amenazas, desde axesor an Experian company, pensamos que es momento de análisis, diálogo y consenso entre todos los grupos políticos y agentes y analistas económicos, de cara a conseguir un mismo objetivo, que no es otro que proporcionar seguridad al tejido empresarial. Así consideramos que, aprovechando la suspensión de la regla de déficit hasta 2023, se deben prolongar algunas de las medidas adoptadas y diseñar otras nuevas que permitan que el emprendimiento no se convierta en un sector refugio -como ya pasó en 2008- y que esos incipientes proyectos y negocios tomen verdadera forma, crezcan y sean sostenibles en el tiempo. En definitiva, observar y vivir el ahora para crear el futuro.