A diferencia de lo que ocurría en la Dinamarca del Hamlet de Shakespeare, tras haber superado los meses más duros de la pandemia, “algo empieza a oler bien en el tejido empresarial de España”. Los datos del último Radar elaborado por el Gabinete de Estudios Económicos de axesor revelan que las empresas ampliaron más de 8.000 millones de euros de capital social durante el primer trimestre del año. Cifra un 8,5% superior a la del mismo periodo de 2020.
Lo anterior ocurrió pese al bajón del mes de febrero, cuando se produjo una contracción del 25% que arrastró el acumulado a un negativo del -2%. Lo cierto es que, a la vista de los datos, el mes de marzo ha resultado ser más que alentador para las sociedades españolas -al menos para algunas-, que en cómputo global ampliaron capital por un importe que superó los 2.565 millones de euros, o lo que es lo mismo, un 40,4% más que el mismo mes del año anterior. Ahora bien, también hemos de tener en cuenta que fue este mismo mes de 2020 cuando, con el estallido de la crisis sanitaria, se paralizó la actividad empresarial no esencial, así como la de los registros mercantiles por lo que la comparativa no se produce, ni mucho menos, en un contexto de ceteris paribus.
Hecha esta salvedad, lo cierto es que las empresas españolas de sectores no tradicionales están tomando posiciones de cara a la llegada de los Fondos Europeos. Léase como ejemplo las empresas cuya actividad se centra en el suministro de energía eléctrica, que suman tres meses consecutivos de incrementos interanuales. En concreto se amplió capital por valor de 276,6 millones de euros cifra un 104,16% superior a la del mismo periodo de 2020.
Otros dos sectores pujantes son información y comunicaciones, donde las ampliaciones de capital aumentaron a un ritmo del 22,1% hasta los 133,5 millones de euros, y construcción, que con casi un 25% más de inversión superó la barrera de los 1.116 millones de euros.
Desde el Gabinete de Estudios Económicos de axesor consideramos que estos incrementos vienen determinados por la próxima llegada de los Fondos Europeos, a los que, tras meses de negociación se ha dado vía libre y que primarán la descarbonización y la digitalización de la economía. De hecho, si nos fijamos en la distribución de las partidas del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia presentado por el Ejecutivo el pasado día 27 de abril y que se envía hoy día 30 de abril a Bruselas, el 39% de los 27.000 millones de euros que espera recibir España este año del EU Next Generation se destinarán a proyectos medioambientales, donde las energías verdes jugarán un papel determinante. Y más especialmente si las iniciativas se concretan dentro del ámbito de la movilidad sostenible, a las que el Gobierno dotará con 13.200 millones de euros.
La segunda partida más gruesa del Plan, con 6.280 millones de euros, será la que financiará los proyectos relacionados con la rehabilitación de edificios y medios urbanos, que, por cierto, tiene también relación directa con las energías limpias, ya que el objetivo es conseguir un parque de vivienda sostenible y que genere el menor número de emisiones de CO2 posible.
Por último, el apartado de la digitalización e innovación tecnológica vendrá dotado con unos 12.365 millones de euros que se repartirán entre la modernización de las Administraciones Públicas (4.135 millones de euros), el plan de digitalización de pymes (4.060 millones de euros) y el desarrollo del 5G (cerca de 4.000 millones de euros).
Esperamos que los próximos meses se consoliden las tendencias que venimos observando hasta ahora. No obstante, no podemos obviar que el camino hacia la nueva economía o economía del Siglo XXI que estamos iniciando, es de largo recorrido y que debemos aprovechar las oportunidades que abre con propuestas que verdaderamente mejoren la productividad de las empresas y la eficiencia de los procesos. Proyectos que, además de ser digitales y sostenibles, incorporen el output de lo social. O lo que es lo mismo, que generen impacto positivo en la sociedad bien sea mediante la creación de nuevos puestos de trabajo, la cualificación y recualificación de los trabajadores o la formación de las nuevas generaciones en tecnologías y herramientas imprescindibles para el mundo del mañana sin olvidar, eso sí, el aspecto humanístico.