Históricamente, España ha liderado el ranking de bares por número de habitantes, aproximadamente hay uno por cada 175 personas. Cifra que convierte en extraño el hecho de encontrar una calle en la que no exista uno de estos negocios. Sin embargo, el COVID podría acabar, al menos momentáneamente, con una de las señas de identidad de este país.
Las estadísticas y cifras son tozudas y ponen de manifiesto la realidad por la que está atravesando el sector de la hostelería. A principios del mes de agosto conocíamos los datos de concursos de acreedores elaborados por el Gabinete de Estudios Económicos de axesor, que reflejaban que este tipo de procedimientos se habían incrementado más de un 107% en los siete primeros meses del año. Herida que se agrava con los datos recogidos en el Radar Empresarial de Ampliaciones y Reducciones de Capital elaborado recientemente nuestro gabinete. Las reducciones de capital del sector se dispararon por encima del 124% en el mismo período. Medido en términos absolutos, esto significa que bares, restaurantes y hoteles desinvirtieron 148 millones de euros entre enero y julio. Lo más preocupante es que casi el 46% de esa cantidad (81 millones de euros) se concentró en el mes de julio, justo un mes después de haber recuperado la “normalidad” en los Registros Mercantiles tras el parón obligado que causó el Estado de Alarma. Así, julio podría marcar el inicio de una negra tendencia de cara a los próximos meses y que alimenta las poco optimistas perspectivas de los empresarios del sector, un 46% no cree que la recuperación llegue hasta 2022 y otro 40% la fija incluso para más adelante.
Las ampliaciones de capital de la hostelería tampoco compensan las anteriores cifras. Es más, agudizan aún más la preocupación que reina en el sector. El volumen de movilizaciones se contrajo un 44% interanual. Así, hasta el séptimo mes del año sólo se han invertido 330 millones de euros frente a los 590 de los siete primeros meses del año pasado.
No resulta raro si tenemos en cuenta que, según el último Observatorio trimestral elaborado por “Hostelería de España”, la facturación de estos negocios se redujo un 50,5% entre enero y mayo con respecto a 2019.
De continuar así, sin duda la sangría se trasladará al empleo. De hecho, ya lo está haciendo. Entre abril y junio de 2020, el sector ha empleado a 1,4 millones de personas frente a los 1,8 del mismo periodo de hace un año. Es decir 400.000 trabajadores menos. Tampoco olvidemos que, a 31 de julio, un total de 342.000 empleados del sector todavía se mantenían en situación de ERTE.
Y aún hay más, la plataforma “Juntos por la Hostelería”, en la que participan Hostelería de España, FIAB y AECOC, prevé que a final de año, entre 65.000 y 85.000 negocios de restauración echen definitivamente el cierre, los cuales se sumarán a los 40.000 que ya lo han hecho.
Así y con el agua al cuello, el sector continúa demandando mayores atenciones por parte de la administración. El propio José Luis Yzuel, presidente de “Hostelería de España”, se expresaba del siguiente modo en un comunicado a principios de agosto “necesitamos que las administraciones se comuniquen con nosotros de manera fluida para poder organizar nuestra actividad y que el Gobierno tome todas las medidas de acompañamiento necesarias que siguen pendientes para que el sector pueda subsistir”. Medidas que pasan por el establecimiento de un IVA súper reducido para el sector, exenciones fiscales y de tasas municipales, suspensión de los alquileres o el desarrollo de líneas de microcréditos que doten de liquidez a los negocios.
Pero más allá de las medidas económicas y de la necesidad de que las administraciones escuchen y atiendan al sector para diseñar un verdadero plan de reactivación, otra de las claves para impulsar la recuperación es dejar de estigmatizar al sector como fuente de los rebrotes, ya que la gran mayoría de los bares cumplen estrictamente con todos y cada uno de los requisitos de seguridad para frenar el virus y evitar contagios.