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La morosidad se convierte en la principal secuela de la crisis sanitaria

La morosidad se convierte en la principal secuela de la crisis sanitaria

En plena desescalada selectiva, la economía retoma la normalidad post-Covid. Las cifras de contagios y fallecidos han dado paso en las portadas de la prensa a las previsiones revisadas acerca del impacto económico ‘macro y micro’, así como a titulares que auguran, a su vez, un futuro marcado por la caída del consumo. En su último informe, el Banco de España proyecta una contracción de entre en -6,8% y el -12,4% dependiendo de cómo de inclinada sea la V del escenario de la recuperación. Tras esto subyace otro problema de mayor calado, el incremento de la tasa de paro, que, incluso, podría agravarse una vez finalice el periodo de gracia que ha concedido el Gobierno a los ERTE. De hecho, tal y como avanzó axesor en sus últimas previsiones macroeconómicas, ésta se situará en el entorno del 20% al finalizar el año. A su vez, el ritmo de creación de empleo sufrirá las consecuencias de la paralización de la actividad económica en los meses de marzo y abril.

Se produce así un cóctel explosivo que, indudablemente, impacta en las cuentas de resultados de las empresas españolas. Más aún de las más pequeñas, que, no olvidemos, copan más del 98% del tejido empresarial y, junto a los autónomos, son el eslabón más débil. A partir de ahí, el efecto en cadena acabará mermando los balances de resultados de las entidades financieras. La causa: el incremento de la tasa de morosidad. El último Boletín Trimestral de Morosidad PULSE de axesor alerta del aumento de la ratio de incumplimiento de pagos de créditos bancarios tanto por parte de las empresas como de los hogares. Es más, los analistas del Gabinete de Estudios de axesor señalan en el informe su “preocupación” por el repunte de refinanciaciones a partir de septiembre, que coincidirá, previsiblemente, con un importante aumento de la cifra de concursos de acreedores. Empleando un dicho castellano: se pueden juntar el hambre con las ganas de comer.

Parte de ese incremento de la morosidad bancaria se derivaría del oasis de fluidez del crédito que el Ejecutivo puso a la vista de empresas y negocios al poco de estallar la pandemia. Sólo en marzo, el flujo de nuevo crédito concedido a empresas experimentó un avance del 50%. Además, los incrementos de disposiciones de principal de operaciones ya formalizadas, casi se duplicaron igualmente. De otro lado, se encuentran los más de 49.800 millones de euros en avales que el ICO ha repartido entre cerca 528.350 empresas, de las que el 74,2% son micropymes o autónomos (datos de la primera semana de junio). En su gran mayoría, pertenecientes al sector del turismo y del comercio.

Los negocios (las empresas), son para el empresario lo que los hijos para los padres, por lo que entra dentro de toda lógica que se recurra a lo necesario para protegerlos, como pueden ser las citadas líneas ICO. Pero, una vez agarrados a esa escurridiza tabla de salvación, no sólo hay que mantenerse a flote, sino hallar en la deriva un barco con el que remontar y llegar a la orilla para empezar a reconstruir la nave que una tormenta perfecta, como la del Covid-19, ha hecho añicos. Llevado a términos económicos, obtener ingresos suficientes para vivir y saldar las deudas contraídas.

De ahí la importancia de reactivar el consumo cuanto antes, buena parte del cual proviene del turismo internacional que, con la llegada del verano el próximo 21 de junio, esperemos vuelva a tener a España dentro de los destinos preferentes. Aún así, 2020 será un ‘annus horrobilis’ para el sector. Según datos de asociaciones de turismo, la demanda extranjera caerá a final de año un 61,8%. Cifra a la que hay que añadir la contracción del 38,3% de la nacional. En definitiva, a finales de este año, España sufrirá una pérdida de la actividad turística del 54,5%, lo que se traduce en una reducción de ingresos directos e indirectos de en torno a 83.134 millones de euros respecto a 2019 y que a su vez explica el 57% de la caída del PIB esperada para España, que se espera sea de en torno al 11%.

Por extensión, las secuelas alcanzarán al sector financiero, que ha provisionado 3.800 millones de euros para cubrir posibles pérdidas derivadas, entre otras causas, del incremento de la tasa de morosidad, que axesor estima en torno al 11% - 12%. Casi tres veces más que la actual (4,8%). Astilla que, junto con otras ya clavadas en la piel de los bancos, como la de los bajos tipos de interés en la zona euro, agravarán la herida abierta en la banca, en forma de pérdidas que mermarán parte del capital de las entidades. Así, la valentía, la coordinación y el compromiso entre todos los actores económicos y sociales, sin duda se convertirán en valores en alza para volver, cuanto antes, a navegar en mares más calmados.

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