Poco a poco vamos recuperando la normalidad, que, si bien no será nueva, sí será distinta. Más allá del paisaje de rostros distanciados a metro y medio y cubiertos por mascarillas, el tejido empresarial se enfrenta en lo evidente a limitaciones de aforo, separaciones por mamparas y labores de limpieza y desinfección constantes de probadores, sillas, mesas y locales. En lo no evidente vivirá pendiente de la evolución del consumo, de un posible nuevo cierre del grifo de la financiación y del rumor de un incremento de la presión fiscal que cuadre las maltrechas cuentas del Estado.
Indudablemente todo esto hace mella en el ecosistema emprendedor que, aunque en mayo mostró una leve mejoría, muestra mucha cautela. A lo largo del quinto mes del año, se crearon 3.302 nuevas empresas, lo que supone un 22% (587 en términos absolutos) más que en el mes de abril, según los datos que se recogen en el Radar Empresarial, elaborado por el Gabinete de Estudios Económicos de axesor, Un respiro necesario para la reactivación económica, que esconde una de las más importantes secuelas de la pandemia, los recortes en la inversión. El capital suscrito para la constitución de las nuevas sociedades fue de 129,99 millones de euros frente a los 269,65 millones de euros del mes precedente. Es decir, cayó a un ritmo de casi el 52%.
La contención inversora viene acompañada por otro mal dato. Pese a seguir bajo mínimos por las medidas adoptadas tras la declaración del Estado de Alarma, los concursos de acreedores se han triplicado en el quinto mes del año. Se registraron 150 frente a los sólo 54 del mes de abril. Un indicador de lo que puede ocurrir en los próximos meses y que podría agravarse con la agonía de muchas otras empresas, que intentarán aguantar el temporal agarradas al salvavidas de la refinanciación bancaria.
Si tomamos en cuenta los acumulados de los cinco primeros meses de 2020 y los comparamos con el mismo periodo del pasado año, las manos siguen llevándose a la cabeza. Frente a los 44.021 emprendimientos que se produjeron entre enero y mayo de 2019, este 2020 sólo se han registrado 29.720 o lo que es lo mismo, un 32,5% menos. En lo que respecta al desembolso realizado por las empresas para iniciar su actividad, pese a haber superado, por poco, los 2.000 millones de euros, la caída fue del 15,7%.
Mirando el vaso medio lleno, la crisis parece que ha puesto la semilla para la transformación del tejido empresarial, que necesariamente deberá pasar por la sostenibilidad y la digitalización. Las actividades que requieren mayor cualificación ganan posiciones entre los emprendedores. Mientras que comercio, hostelería y construcción registran retrocesos de entre el 60% y el 75%. Así las cosas, aunque sea a cuenta gotas, la evolución hacia una economía basada en el talento, la innovación y la cualificación hará que las empresas españolas ganen tamaño, se internacionalicen, estén mejor valoradas en los mercados internacionales, inviertan más, reduzcan el estigma de la temporalidad en las contrataciones… En definitiva, hará de España un país más competitivo. Ahora bien, el camino no pueden hacerlo solas y necesitarán el apoyo de todas y cada una de las administraciones con, entre otras, medidas de flexibilización fiscal y rebajas en los costes laborales (que no salariales) para fomentar la creación de empleo.
Otro de los cambios que deja entrever el Radar Empresarial de axesor, es cómo se distribuyen los nuevos emprendimientos. Por primera vez desde enero de 2019, Cataluña pasa a ser la cuarta región en número de creación de empresas, por detrás de la Comunidad de Madrid (870 nuevas sociedades), Comunidad Valenciana (536) y Andalucía (491). Dato significativo si tenemos en cuenta medidas como la ampliación de la Tarifa Plana para los autónomos andaluces y madrileños o las recientes ayudas destinadas a financiar los costes fijos de inclusión al RETA (Régimen Especial de Trabajadores Autónomos) aprobadas por la Generalitat Valenciana.
Dicho lo anterior, si el presente luce poco, el futuro tampoco lo hace con más intensidad. La recuperación en “V” (algo inclinada) se da por hecho en todos los foros económicos y el virus de la incertidumbre -el peor para el tejido empresarial- marcará los próximos meses. Aunque tras obtener el salvoconducto, los españoles hemos salido con renovadas ganas de visitar comercios, bares y restaurantes, el furor de los primeros días se irá atemperando. Y no sólo eso, el miedo a un posible rebrote y una nueva parálisis de la actividad planea sobre propios y ajenos. Más aún tras conocer que la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) asegura que de producirse España sería el país más afectado y el PIB con una caída de hasta el 14,5% del PIB.