Dice el refranero español que “a perro flaco todo son pulgas”. Esto es lo que está ocurriendo en las empresas españolas. Antes de que eclosionase la crisis sanitaria del COVID-19, el agotamiento de la economía ya había calado en el tejido empresarial. En los dos primeros meses del año, las sociedades españolas redujeron capital por importe de casi 3.500 millones de euros (3.495,77 millones de euros para ser más exactos). Cifra un 99,52% superior a la del mismo periodo de 2019.
Dato malo, sin lugar a dudas, que es probable se agrave después del confinamiento al que nos ha obligado el coronavirus, entre otras cosas porque la crisis de oferta inicial se ha agravado con una crisis de demanda.
Según los datos proporcionados por el Gabinete de Estudios Económicos de axesor, en nueve de los 20 sectores de actividad se produjeron reducciones de capital. Cierto es que no son ni siquiera la mitad, pero en casi todos ellos el porcentaje de dichas reducciones superó, y con creces el 150%. Además, algunos de ellos son sectores clave para la economía española. Por ejemplo, Hostelería, que emplea a un total de 1,56 millones de trabajadores entre autónomos y asalariados, donde el porcentaje se disparó un 168,70% y ha recortado 36,3 millones más que hace un año. Y eso pese a que las ampliaciones de capital de las empresas y negocios que desarrollan este tipo de actividades fue un 3,70% superior.
Peores han sido los datos del sector de las actividades financieras y de seguros, que con un 483,67% de incremento interanual de reducciones de capital, rebasó la barrera de los 2.000 millones de euros. Construcción y actividades inmobiliarias también presentan aumentos preocupantes, un 216,41% y un 173,80% respectivamente respecto al acumulado de los dos primeros meses de 2019.
Esta curva descendente previsiblemente se pronunciará en los próximos meses y contagiará, con toda probabilidad, a sectores como el comercio que, aunque tuvo un inicio de año malo, consiguió remontar en febrero, mes en el que el volumen de reducciones de capital fue un 83,26% inferior que el del mismo mes de 2019. Así, el cómputo bimensual fue de 51,21 millones de euros frente a los 197 millones de un año antes. Es decir, un 74,05% menos.
Tampoco invitan al optimismo los datos de ampliaciones de capital que se han obtenido a lo largo de este convulso inicio de año. Las empresas españolas ampliaron un 25,09% menos de capital, lo que en volumen total supone más de 5.557 millones de euros. Agarrándonos a lo positivo, lo cierto es que febrero mejoró bastante la tendencia que se apuntaba a principios de año, cuando el importe de las ampliaciones de capital disminuyó un 40,75%, si nivel más bajo desde 2009.
Si bien comercio y manufacturas fueron dos de los sectores estratégicos en los que se amplió menos capital en lo que llevamos de año (46,76% y 74,51% de reducciones respecto a los dos primeros meses de 2019), en un momento como el que estamos viviendo de crisis sanitaria global llama enormemente la atención el desplome de las actividades sanitarias y servicios sociales. Un 56,37% menos que en enero y febrero de 2019. O lo que es lo mismo, en términos absolutos, frente a los 59,27 millones de euros registrados en ampliaciones de capital hace un año, este 2020 la cuantía ha tocado techo en los 25,86 millones de euros.
La situación, por tanto, no pinta bien. Y a la foto actual se añade que los analistas ya dan como hecho consumado que nos adentramos en un escenario en “U”. Es decir, el periodo de recesión será más largo de lo inicialmente previsto. La economía y el empleo tendrán un periodo de recuperación más largo y se nos está empezando a preparar para ello. Hasta el 27 de marzo la cifra de ERTE (Expedientes de Regulación Temporal de Empleo) se había disparado hasta los 240.000 afectando a 1,3 millones de trabajadores. Incluso gigantes como El Corte Inglés, Meliá, Burger King, Prosegur, Renault, Ikea, Iberia… han optado por esta vía con el objetivo de reducir costes laborales y paliar, en cierta medida, las pérdidas ocasionadas por el COVID-19.
Ahora bien, la peor parte no se la llevarán nuestras grandes empresas, que tarde o temprano se recuperarán gracias a los “colchones” y solvencia acumulada durante años de actividad. Serán las pequeñas empresas y los autónomos los que tendrán la mayor complejidad para levantar de nuevo el cierre de sus negocios y continuar con su actividad. De hecho, según afirmaba el pasado 26 de marzo el Presidente de la patronal de las pequeñas y medianas empresas, Cepyme, en torno a un 15% de las pymes se estaría planteando el cierre definitivo. Traducido a cifras absolutas hablamos de 500.000 sociedades. Mismo número que se alcanzó durante los cuatro años de crisis económica (entre 2008 y 2012) pero con la diferencia de que el periodo, en esta ocasión, es mucho más reducido -menos de un mes-. Y eso sin contar el millón de autónomos propiamente dichos que, según las previsiones del Gobierno, se acogerán al cese de actividad.
No obstante, y a pesar de que el panorama pinta negro, quedémonos en casa y manteniendo la esperanza de que, entre todos, conseguiremos de nuevo salir adelante.