Las ampliaciones de capital son un mecanismo de las empresas para financiarse apelando a sus accionistas y a inversores, que deciden apostar por el futuro de la empresa suscribiendo acciones. El dinero captado a través de ampliaciones puede tener diversos destinos, financiar el circulante, reforzar capital o impulsar la actividad exterior, por ejemplo, pero en todo caso supone una señal de confianza de la propia empresa en el mantenimiento de su actividad y en las perspectivas económicas. Pues bien, lo que el tejido empresarial se está encontrando delante es una densa niebla de incertidumbre. Las perspectivas económicas siguen siendo relativamente positivas, aunque cada vez menos y con claras señales de desaceleración. Sin embargo, lo que más preocupa son los numerosos frentes de resultado incierto, como la guerra comercial o el Brexit, cuyas potenciales consecuencias son extremadamente difíciles de calibrar. Y este espeso mar de niebla también está afectando a las ampliaciones de capital: después de un comienzo de año fulgurante, con un crecimiento superior al 57% en enero, las ampliaciones han virado bruscamente hacia una tendencia bajista. Así, el mes de febrero marcó un nuevo mínimo histórico, con unos importes de 2.926,3 millones de euros, una caída del 17,3% respecto al mismo mes del año pasado, según los datos publicados en el Radar Empresarial elaborado por nuestro Gabinete de Estudios Económicos.
Así, llaman la atención dos sectores cuyos volúmenes han quedado reducidos a la mínima expresión. En primer lugar, destaca el caso de información y comunicaciones, que abarca un sinfín de actividades relacionadas con las nuevas tecnologías, que registró solo 35,3 millones de euros el pasado mes de febrero, lo que supone una caída de más del 92%. En la misma línea, las actividades de transporte y almacenamiento, vitales para el buen funcionamiento del comercio digital, también sorprendieron en febrero con una caída del 96%, para sumar solo 20,5 millones de euros.
De igual modo, la industria manufacturera había empezado 2019 con un ímpetu histórico, movilizando más de 1.000 millones de euros en un solo mes por primera vez desde la entrada en vigor del euro. Pero un mes más tarde, el sector se encuentra echando el freno y registrando una caída interanual de casi el 4%. La falta de visibilidad, la niebla de la incertidumbre, va calando en las ampliaciones de capital.
Sin embargo, en medio del desconcierto, también hay excepciones notables. Así, la banca, que había estado algo apagada en el primer mes del año, brilló con fuerza en febrero, canalizando cuatro de cada diez euros destinados en España a ampliaciones de capital. En números redondos, 1.221,1 millones de euros, un importe que representa un incremento del 24,7% respecto al mismo mes del año pasado y la cifra más alta para febrero en el sector desde el año 2016.
Pero a pesar de este repunte, si el mar de niebla es creciente para la economía en general, en el sector financiero amenaza con hacerse más denso que en ninguna otra parte. Así, el viento de fusiones vuelve a escucharse en un sector con un panorama lleno de desafíos e incertidumbres.
Por un lado, la solución que finalmente se le dé al Brexit será determinante para las perspectivas futuras de la banca. Por otra parte, la crisis ha desembocado en un marco regulatorio muy exigente en términos de colchones de liquidez, lo que estrecha el margen de maniobra de las entidades financieras y las obliga a estar vigilando constantemente sus niveles de capital.
Al mismo tiempo, el enésimo aplazamiento de la normalización de la política monetaria vuelve a pesar sobre la banca. EEUU inició el camino hacia una subida de tipos con cuatro incrementos en 2018, hasta llevar el precio del dinero a un margen del 2,25%-2,5%. Sin embargo, la Reserva Federal ha interrumpido esta estrategia, ha enviado al mercado la señal de que será “paciente” y ya no es descartable incluso que los tipos vuelvan a bajar. Mientras tanto, en Europa los tipos cero parece que permanecerán más tiempo del que se esperaba y es probable que el presidente del BCE, Mario Draghi, culmine su mandato, el próximo 31 de octubre sin haber subido los tipos ni una sola vez. Por si todo esto fuera poco, la digitalización no solo ha abierto el abanico de competidores con el sistema bancario tradicional, sino que además ha modificado los hábitos de los clientes, lo que está obligando al sector a replantear toda su red de oficinas.
Los próximos meses, con un escenario electoral múltiple y una desaceleración global, pondrán a prueba la capacidad de las empresas de seguir apelando a accionistas e inversores y continuar atrayendo capital a través de la fórmula de las ampliaciones. La economía sigue navegando, pero enfrente hay un mar de niebla con visibilidad muy reducida.