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América latina. La recuperación se resiste

América latina. La recuperación se resiste

La incertidumbre sobre la economía global ha hecho saltar por los aires los buenos augurios sobre la marcha de la economía de Latinoamérica y el Caribe. A comienzos de año, se daba por superado el bache que supuso la caída del PIB regional en 2015 y 2016 y las proyecciones apuntaban a un mayor crecimiento que en 2017. Sin embargo, el panorama ha cambiado radicalmente desde la primavera pasada y ha llevado a una brusca corrección de los pronósticos. En abril el FMI esperaba un aumento del PIB de América Latina del 2 % y la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) del 2,2 %, previsiones que en seis meses ambos organismos han reducido en ocho y nueve décimas, respectivamente, al 1,2 % y al 1,3 %. ¿Qué ha ocurrido?

Las economías latinoamericanas son abiertas y sufren con la coyuntura mundial. Existe una gran incertidumbre en aspectos como la batalla arancelaria y las políticas proteccionistas de la Administración de Donald Trump y, tras varios años de tipos de interés en mínimos históricos en EEUU y Europa, la normalización de las políticas monetarias.

En efecto, el alza de tipos de la Fed (los ha subido tres veces este año, hasta el 2,25 % actual, y ya no se descarta una cuarta) hace que los flujos monetarios se dirijan hacia las economías desarrolladas y solventes. Los países emergentes, en los que se encuadran buena parte de los latinoamericanos, empiezan a ser menos atractivos y más arriesgados para el capital exterior y, además, tienen que pagar más por la deuda pública emitida en dólares.

El movimiento de las tasas de interés también presiona a la baja los tipos de cambio de las monedas locales y al alza la inflación. Después de las decisiones de la Fed, México y Argentina han aumentado los tipos y Brasil y Argentina han intervenido en los mercados de divisas para estabilizar sus monedas. Este movimiento de capitales hacia los mercados desarrollados resulta especialmente delicado en una región como Latinoamérica, en la que el 75-80 % de la inversión es privada. La Cepal alertaba en agosto pasado de que el descenso de inversión pública es una tendencia que no debía mantenerse en el tiempo y ponía el acento en los beneficios para el crecimiento de la acción de los gobiernos, ya sea solos o en colaboración con el sector privado, en aspectos como las infraestructuras, la tecnología y la innovación, así como el efecto arrastre sobre la actividad privada.

No obstante, la coyuntura mundial también tiene su cara amable con Latinoamérica. A pesar de que el comercio global se resiente (se prevé un crecimiento del 3,1 % frente al 4,6 % de 2017), las economías de la región se verán beneficiadas por el aumento del precio de las materias primas que exportan, una de sus principales fuentes de crecimiento, como petróleo, soja o cobre, por citar algunas de las más relevantes.

En el último año la región también ha lidiado con la incertidumbre que suponen las elecciones y los cambios en el poder. Ha habido comicios en México, donde ha cambiado de signo el Gobierno, y en Colombia, con el uribismo de nuevo en el poder. En Chile el traspaso de poder se produjo en marzo y en Brasil ha tenido lugar la victoria del candidato de ultraderecha Jair Bolsonaro.

A todos estos factores se suma la corrupción, lastre para la economía y uno de los viejos problemas de la región, sigue ocupando un lugar destacado en la imagen de Latinoamérica.

La influencia de Argentina y Brasil

Este panorama de conjunto tiene muchos matices dado el amplio número de países que conforman la región. Los últimos años se han caracterizado por un buen comportamiento de México y Centroamérica y resultados por debajo de la media en América del Sur, subregión en la que Chile aparece como el más estable en el tiempo. En la actualidad esta dinámica se mantiene y el sesgo a la baja de la economía de Latinoamérica tiene mucho que ver con la situación de Argentina y Brasil.

Así, el pronóstico de Argentina, tercera economía de la región, ha pasado en seis meses del crecimiento a la recesión (el PIB caerá el 2,6 % según el FMI). El país ha tenido que hacer frente a una fuerte devaluación del peso, que ha caído más del 50 % respecto al dólar, y a una inflación que ha desbordado el objetivo del Gobierno (15 %) y que en septiembre alcanzó el 40 %. Para atajar ambos problemas el Banco Central ha elevado los tipos de interés del 40 % al 60 %, lo que impacta negativamente en la demanda interna y el crecimiento. En primavera, Argentina recurrió al apoyo del FMI mediante un crédito de 50.000 millones de dólares del que ya ha recibido un primer bloque y negocia un adelanto de los siguientes, lo que da una idea de la magnitud del problema al que se enfrenta. Por si fuera poco, la sequía de este año ha afectado a la cosecha de soja, lo que ha empeorado aún más las cosas, mientras que las medidas de ajuste pactadas dentro del programa del FMI hacen prever una dura recuperación del país.

Brasil, la mayor economía de la región, dejó atrás la recesión en 2017 después de dos años de caídas del PIB. En medio de múltiples casos de corrupción, el último Gobierno inició reformas para liberalizar el comercio y modificar el mercado laboral, pero quedó pendiente la del sistema de pensiones. Como nota positiva cabe destacar que la depreciación del peso argentino no le ha afectado y los episodios de devaluación del real de este verano estaban más relacionados sobre todo con la incertidumbre política ante las elecciones. El FMI espera un crecimiento del 1,4%.

México, el segundo mayor PIB de la región, continúa estable y las perspectivas para los próximos años son alentadoras (un aumento del PIB este año del 2 % y del 2,2 % en 2019). El país ha esquivado los efectos en la política monetaria de EEUU sin fuertes devaluaciones y la inflación está en el 5%. La llegada de un gobierno de izquierdas no ha sido apreciable en lo económico y el país ha despejado un gran problema con la firma del nuevo acuerdo comercial con EEUU y Canadá (USMC).

La economía de Chile viene de un 2017 débil en el que creció el 1,5 %, debido a la contracción del sector minero, que supone el 20 % de su PIB, a pesar de que el precio del cobre aumentó respecto al año anterior. La escalada de precios de este metal ha continuado en 2018 y se espera que para 2019 siga en niveles altos, lo que sumado a una recuperación generalizada y al mantenimiento de una la política monetaria expansiva (los tipos están actualmente al 2,5%) va a propiciar un crecimiento este año en torno al 4%. La baja presión de la inflación ha permitido seguir una política monetaria contracíclica para contrarrestar la debilidad de la demanda y la apreciación (ligera) del peso respecto al dólar. El Gobierno de Sebastián Piñera, que tomó posesión el pasado marzo, representa un cambio hacia posiciones más conservadoras que el de Bachelet, pero se espera que en lo económico sea continuista. Entre sus principales retos está la reforma del sistema privado de pensiones, blanco de continuas protestas sociales desde hace dos años debido a su baja remuneración.

El nuevo gobierno colombiano (tomó las riendas a principios de agosto tras la victoria de Iván Duque dos meses antes) tiene que afrontar el reto de consolidar la recuperación de la economía, que en 2017 firmó su tasa de crecimiento más baja en ocho años, el 1,8 %. Se partía de dos años desfavorables por los menores precios del petróleo y sus derivados y de los productos agrícolas, una tendencia que comenzó a remitir el año pasado en precios, aunque no en volumen de exportación. Desde principios de 2017 las tasas de interés han bajado progresivamente hasta el 4,25 % actual una vez conseguido el objetivo de contener la inflación. Los mayores ingresos y reducción del gasto público han permitido a Colombia mejorar las cuentas y en 2017 el déficit bajó cuatro décimas, hasta dejarlo en el 3,7 % del PIB. Las perspectivas son positivas para este año y el próximo por las buenas expectativas de los precios de productos de exportación y el consumo interno. El FMI prevé un aumento del PIB del 2,8 % para este año para 2019.

Por último, Perú vive una difícil situación política con el Congreso, dominado por el partido fujimorista Fuerza Popular, y el presidente, Martín Vizcarra, enfrentados en medio de varios escándalos de corrupción. El impacto negativo en la inversión que ha supuesto este último y las consecuencias del fenómeno meteorológico de El Niño agravaron la desaceleración de la economía vivida 2017, ejercicio en el que el PIB creció el 2,5 %, frente al 4 % de 2016.  No obstante, la economía ha mejorado durante 2018 y en los siete primeros meses del año creció el 4 % interanual apoyada en la mayor inversión en obra pública por los Juegos Panamericanos que se celebrarán en 2019. El contexto de alzas de precios de minerales y otros productos de exportación seguirá contribuyendo al crecimiento y reactivará la inversión en otros sectores. El Banco Central viene aplicando una política monetaria expansiva ante la caída de la inflación (los tipos de referencia están al 2,75 %) y la evolución del crédito al consumo mantiene una tendencia al alza. El FMI pronostica un aumento del PIB para este año del 4,1 %.

Adrián Pérez Checa, licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó a trabajar hace casi 20 años en la Agencia Efe, donde ha sido responsable de la información de los sectores energético a industrial, jefe del área informativa de Empresas y, actualmente, redactor jefe del departamento de Economía. Entre 2009 y 2011 trabajó en el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio como director adjunto y director de Comunicación.

Categorías: Estudios / Informes

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