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Confianza en dosis cada vez más pequeñas

| 09 noviembre 2018

Si recientemente constatábamos que la desaceleración es un hecho, ahora tenemos que llamar la atención sobre la fuerte caída de la confianza. Tal y como analizamos en nuestro último Boletín Mensual de Coyuntura Económica FOCUS brief, la confianza en la economía española se sirve en dosis cada vez más pequeñas. De acuerdo con la última edición del Índice de Confianza Empresarial Armonizado (ICEA), la confianza de los empresarios ha sufrido su mayor caída en cinco años y el porcentaje de empresarios pesimistas sobre la marcha de su propia empresa se acerca peligrosamente al de los optimistas (16,1% frente al 19%, el nivel más bajo en un año).

Esta visión más sombría respecto al futuro se extiende por numerosos sectores: hostelería, industria, comercio, construcción y otros servicios, son algunos de los que destacan en este sentido. Y, lo que es más, los nubarrones no se ciernen solo sobre los empresarios, también la confianza de los consumidores ha experimentado un descenso sustancial y se encuentra ahora en los niveles más bajos de los dos últimos años.

Nuestro análisis es que la economía española está en buena forma, pero se adentra en una fase más madura de su ya largo ciclo expansivo. Nuestra economía se caracteriza por su elevada diversificación, lo que permite que anticipemos para este año un nivel de crecimiento del 2,7% y del 2,4% para 2019 y tampoco esperamos un crecimiento por debajo del 2% de cara a 2020. Pero al mismo tiempo, las vulnerabilidades también están ahí y son claras: ralentización del comercio exterior, elevada tasa de paro, inestabilidad política, desequilibrios presupuestarios o una elevada deuda pública, por citar algunos.

A todo esto se suma el creciente “ruido” procedente del exterior. Por una parte, la expectativa de una ralentización de la economía mundial se va asentando y figura ya en todas las previsiones económicas. La inquietud crece en el comercio mundial, a pesar de la extraordinaria velocidad de crucero de EE UU, el buen ritmo de reducción de la capacidad ociosa en la eurozona o la manera en que se está empleando el Gobierno chino para lograr un aterrizaje suave de su economía. Y es que la Guerra Comercial abierta por EE UU (principalmente contra China, pero extensiva en diversos grados al resto de bloques económicos del mundo), no da visos de remitir. De igual modo, el petróleo se mantiene en niveles elevados y el riesgo de episodios de volatilidad en el corazón de la eurozona está plenamente vigente, ante el enfrentamiento abierto entre el Gobierno de Italia y la Comisión Europea.

El componente psicológico juega un papel determinante en los ciclos económicos. Así, el gasto de los consumidores no depende solo de su renta disponible, sino también de sus expectativas. Buena prueba de ello es que mientras los salarios han permanecido estancados a lo largo de los últimos años, el gasto no ha parado de crecer hasta llevar el nivel de ahorro de los hogares a mínimos históricos. Por un lado, ha habido un cierto efecto desquite, puesto que los consumidores tuvieron que reducir gastos durante la crisis y, en paralelo, ha tenido un lugar un fuerte crecimiento del empleo, si bien principalmente en actividades de bajo valor añadido y peor remuneradas. Ahora, todas estas fuerzas impulsoras emiten señales de agotamiento, bajando la dosis de confianza que hasta ahora animaba a la economía. La confianza también cambia además el perfil de los bienes que se adquieren: por ejemplo, los especialmente duraderos se compran cuando las familias tienen menos miedo a perder el empleo. Lo cierto es que la caída de la confianza ya se está traduciendo en una reducción del gasto de las familias, que esperamos que el año que viene crezca un escaso 1,1%.

Los efectos multiplicadores de esta reducción de las dosis de confianza son muy poderosos: influyen con fuerza en las decisiones de inversión de los empresarios, de forma muy particular en las de largo plazo y en la disposición de las entidades bancarias a conceder préstamos: la dinámica negativa se retroalimenta.

En definitiva, la economía española conserva su vigor y buena salud, pero los crecientes desafíos e incertidumbres empiezan a hacer mella en el ánimo de los distintos actores que intervienen en el ciclo económico. Es el momento, pues, de acelerar las reformas pendientes, especialmente en materia de productividad y competitividad, que permitan volver a hacer crecer las ahora menguantes dosis de confianza que alimentan la economía.

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Etiquetas: axesor economía España FOCUS

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