La glaciación es un periodo muy prolongado de bajas temperaturas que provoca que los hielos se extiendan, provocando lo que se conoce como edad de hielo. La última gran glaciación de la Tierra, conocida como Würm, concluyó hace unos 12.000 años, después de haber durado nada menos que 80.000 años. Posteriormente, tuvo lugar la pequeña edad de hielo, entre los siglos XIV y XIX de nuestra época, que puso fin una etapa previa extremadamente calurosa. Pues bien, las ampliaciones de capital parecen estar viviendo su particular edad de hielo, marcando nuevos mínimos históricos mes a mes. Todavía no sabemos si la edad de hielo de las ampliaciones será más parecida a la glaciación de Würm o a la pequeña edad de hielo, pero el hecho es que por el momento no hay visos de recuperación en las ampliaciones. El volumen registrado entre enero y agosto fue de 17.656,17 millones de euros, según los datos procesados por nuestro Gabinete de Estudios Económicos, que acaba de publicar en su Radar Empresarial. La cifra supone una caída de más del 42% sobre los 30.626,78 millones de euros registrados el año pasado durante el mismo plazo de tiempo. Pero es que nunca en toda la era del euro se habían cerrado los ocho primeros meses del año por debajo de los 20.000 millones de euros. Si esto sigue así, la bajada de temperatura será similar a un proceso de congelación: las ampliaciones cerrarían el año por primera vez por debajo de los 30.000 millones de euros. Pero ¿quién es el principal responsable de esta caída de temperaturas?
La respuesta está en la banca: el sector financiero ha pasado de una frenética actividad volcánica (más de 123.300 millones captados en ampliaciones de capital entre 2011 y 2014) a bajar su intensidad tanto que los niveles actuales (4.546,7 millones de euros, un descenso interanual del 57,6%) son los más bajos en 13 años. Adiós a la actividad sísmica desencadenada a raíz de la gran recesión; hola al rápido enfriamiento de las ampliaciones de capital. Durante estos años, la banca ha acometido un profundo saneamiento, se ha deshecho de buena parte de los créditos morosos del ladrillo que contaminaban los balances de las entidades financieras y ha cometido un intenso proceso de concentración, que ha llevado a la desaparición de 70 entidades en 10 años, hasta el punto de ser uno de los países europeos con mayor concentración financiera, según un reciente informe publicado por el BCE. El resultado de todos estos movimientos es que las entidades financieras ya no necesitan apelar a las ampliaciones de capital para reforzar sus balances.
Además, el BCE ha hecho un esfuerzo extraordinario por restablecer la normalidad en el flujo financiero. Así, si en 2008 tenía 271,19 millones de euros en deuda de emisores de la eurozona, ahora tiene en su balance 2,86 billones de euros en esta clase de activos. Esto ha permitido que el dinero vuelva a fluir con agilidad por los circuitos financieros, no solo para que los bancos efectúen préstamos a empresas y particulares, sino también para que las propias entidades puedan acceder fácilmente a nuevos recursos financieros. Con estos circuitos bien engrasados, la actividad de ampliaciones de capital ya no es tan necesaria como antes y profundiza en su travesía por la edad de hielo.
Y si hubo un factor que contribuyó a calentar la atmósfera financiera ese fue el del ladrillo, tanto en su vertiente de construcción, como de actividad inmobiliaria. Ahora los dos sectores van marcadamente a la baja. La capa de hielo es extraordinariamente densa en el sector de actividades inmobiliarias, que acumula un descenso en las ampliaciones efectuadas en lo que va de año del 58,1%, hasta los 3.281,3 millones de euros, otro mínimo histórico. Y es que aunque se especula mucho sobre la posibilidad de una nueva burbuja inmobiliaria, los expertos coinciden en señalar que se está muy lejos de ese escenario y los bancos son ahora mucho más estrictos cuando se trata de financiar proyectos inmobiliarios.
De igual modo, la construcción también es responsable en buena medida de la glaciación de las ampliaciones de capital, pues también está en mínimos históricos: entre enero y agosto ha movilizado 2.226,9 millones de euros (-9%). La construcción lleva seis años consecutivos bajando de temperatura y ahora está alcanzando niveles bajo cero, ya que nunca se habían cerrado los ocho primeros meses del año por debajo de los 2.400 millones de euros. No se puede olvidar que la actividad constructora también depende en buena medida de las licitaciones de obra pública y éstas siguen estando constreñidas por la necesidad de ajustar el déficit y equilibrar las cuentas públicas.
En definitiva, con los tres sectores que más dinero movilizan (representan el 56,9% del capital ampliado en lo que va de año) con una marcada de tendencia de bajada de temperaturas, las expectativas de que la edad de hielo de las ampliaciones de capital concluya a corto plazo son bajas y todo apunta a que en este ejercicio podría alcanzarse un nuevo mínimo. El deshielo tendrá que esperar.