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España necesita una dieta rica en productividad

| 12 septiembre 2018

Un buen estado de salud es fruto de una adecuada combinación entre ejercicio físico y una dieta equilibrada. Esta ecuación es igualmente válida en términos económicos: no basta con crecer rápidamente, es necesario que esta expansión sea equilibrada para garantizar un crecimiento sostenido y prevenir así la aparición de las temidas burbujas. En el caso de España, venimos destacando desde mucho tiempo la potencia y el músculo que exhibe la economía en un ciclo expansivo que ya dura casi cinco años, pero tenemos que advertir que la dieta que está siguiendo España, aun siendo mejor que la de etapas anteriores, no está siendo todo lo equilibrada que debería. Como subrayamos en nuestro Boletín Mensual de Coyuntura Económica FOCUS brief, nuestra economía necesita urgentemente una dieta rica en productividad, que viene a constituir las vitaminas y minerales de la actividad, y que, como ocurrió en el anterior ciclo expansivo, escasea en el menú.

Y es que, en términos de productividad, solo Italia ha tenido un desempeño peor que España entre las economías avanzadas en el periodo 1995-2017. Se pone así de manifiesto, que lo ideal en este caso no es precisamente una “dieta mediterránea”, sino “continental”, siguiendo la estela de países como Alemania.

Así, si en el anterior ciclo expansivo hubo un excesivo consumo de grasas saturadas en forma de ladrillo y una auténtica borrachera de crédito inmobiliario, en el momento actual, la productividad brilla por su ausencia. Como se destaca en nuestro informe, mientras en los dos primeros trimestres del año han aumentado progresivamente el número de horas trabajadas (2% en el primero y 2,7% en el segundo), las horas trabajadas por ocupado cayeron un 0,6% en el primer trimestre y solo subieron un 0,1% en el segundo. Es decir, si suben las horas trabajadas es simplemente porque hay más gente empleada; el crecimiento de productividad aparente por hora efectivamente trabajada es prácticamente nulo. Y esta ausencia de vitaminas de productividad tiene claras consecuencias negativas. Como ocurre con la ingesta de bollería industrial, a corto plazo no se nota, pero a largo plazo, los efectos en el bienestar son más que evidentes.

Una de las repercusiones de los bajos niveles de productividad es que a la economía española le ocurre como el efecto acordeón que provocan las dietas hipocalóricas mal diseñadas: cuando el viento sopla a favor, se crece más y se genera más empleo en España que en la mayoría de economías avanzadas, pero cuando llegan los ciclos adversos, el impacto es mucho más profundo que en los demás: la recesión es más grave y también lo es la destrucción de empleo (el paro registrado se situó en agosto en 3,18 millones de personas, según los últimos datos del Gobierno).

El estar en pleno proceso expansivo (esperamos que España vuelva a crecer este año por encima del promedio de la UE, alcanzado unos niveles en torno al 2,7%) no puede ser tomado como una barra libre para no cuidar la dieta. Porque entonces lo que ocurre es que cuando se hace imperativo apretarse el cinturón, el ajuste se hace despidiendo trabajadores, mientras que en otros países se intenta evitar los costes asociados de despedir y volver a contratar trabajadores.

El resultado es que la musculatura que exhibe la economía española eclipsa las disfunciones del mercado laboral, donde la tasa de paro se consolida de manera permanente por encima del nivel de equilibrio, aumentando el paro de larga duración, como el colesterol que se va depositando en las arterias y que terminará afectando al rendimiento y generando problemas en la salud de la economía.

Adicionalmente, en el factor capital ha habido un claro sesgo en la inversión en lo que representan el llamado el capital tangible, como las viviendas, construcciones o maquinaria, en detrimento de las TIC, la I+D y otras formas de capital intangible, que son claves para generar productividad.

Otro gran cambio que debe incluir España en su menú para incrementar la productividad es el de la mejora de la regulación de los mercados de productos y de factores, donde actualmente se echa en falta un ingrediente extra de competitividad, mientras que se detecta un claro exceso de regulaciones, amplificado por las distintas normativas aplicadas por las comunidades autónomas.

Con todo, España sigue estando en muy buena forma y continuará creciendo también en 2019, por lo que todavía se está ante una buena oportunidad para introducir unos hábitos más saludables que lleven a un modelo económico más sano y sostenible en el tiempo.

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Etiquetas: axesor economía España FOCUS

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