El pasado es cada vez más lejano y ya se cumple el décimo aniversario del estallido de la última gran crisis financiera mundial, que tan profundas consecuencias ha traído para España. Igual que la economía y la sociedad han experimentado desde entonces una espectacular transformación, la banca es hoy completamente distinta a cómo era en 2008. Lo más obvio es que el número de entidades operativas en España se ha reducido enormemente y de las más de 60 que había en ese momento, hoy solo quedan una docena de grandes grupos. Además, no es descartable que haya nuevas fusiones ante las fuertes exigencias de capital y la caída generalizada de márgenes que padece el sector. La banca ha sufrido situaciones complicadas (por dar solo un dato recogido en nuestro Boletín Trimestral PULSE, la morosidad se disparó de apenas un 1% a comienzos de 2008 hasta llegar al 13,6% a finales de 2013) que obligó, entre otras cosas, a activar un rescate financiero por parte de la UE. Este rescate tuvo un claro impacto en las ampliaciones de capital acometidas por el sector, que llegaron a alcanzar en 2013 el máximo histórico de 50.730 millones de euros. Sin embargo, este año el panorama ha cambiado radicalmente: los importes nominales registrados en enero fueron de 565,9 millones de euros, de acuerdo con las cifras que nuestro Gabinete de Estudios Económicos acaba de publicar en su Radar Empresarial. Se trata de la cifra más baja registrada por la banca en el mes de enero desde la entrada en circulación del euro. No obstante, aunque lo peor ha pasado para el sector, ahora le quedan nuevos desafíos pendientes. Estos nuevos retos ahora tienen otro cariz: robots, algoritmos, nuevas tecnologías, blockchain, fintech… La revolución digital llega a la banca y está transformándola de los pies a la cabeza.
Y es que la apuesta por los servicios financieros digitales no es solo el futuro del sector, sino que ya es una realidad. Por ejemplo, las ventas a través de canales digitales están creciendo a ritmos exponenciales en toda la gran banca española, cuando hace apenas tres años su peso era marginal. De igual modo, el número de usuarios recurrentes de banca en el móvil también crece a gran velocidad.
Los nuevos hábitos de los consumidores, cada vez menos propensos a acudir a las oficinas pudiendo solucionar todo a través de Internet, marcan el camino. Y las nuevas tecnologías ofrecen múltiples posibilidades para mejorar la experiencia de los usuarios y ofrecer servicios financieros más eficientes y a un menor coste. No en vano, una gran entidad acaba de anunciar el lanzamiento de una app para realizar transacciones mediante tecnología blockchain, una enorme base de datos abierta de operaciones que van encadenadas unas a otras mediante un sellado de tiempo y que ha servido de base para el lanzamiento de criptomonedas. Son ya varios los bancos que han hecho público que están desarrollando la tecnología necesaria para autorizar a los clientes a operar mediante reconocimiento biométrico, como forma de autentificación de usuario. El uso de robots que, mediante técnicas de inteligencia artificial y Machine Learning, guían a los clientes para ofrecerles los servicios que más adaptan a sus necesidades y les ayudan a administrar sus gastos es ya una realidad plenamente operativa en varias firmas financieras.
Estos son solo algunos ejemplos de cosas que ya están ocurriendo y que ponen de manifiesto cómo la inteligencia artificial se está convirtiendo en el motor del cambio de la industria financiera en la era Fintech.
Todo esto está siendo posible gracias al procesamiento refinado y el análisis de los ingentes volúmenes de información que se generan constantemente o lo que es lo mismo, el Big Data. La última crisis va alejándose en el pasado, y el futuro ya es una realidad donde comprender y contar con soluciones avanzadas será vital para cumplir con los objetivos empresariales del presente.