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España y las cuatro pruebas

España y las cuatro pruebas

La economía española se encuentra en plena forma, lo que le permitirá cerrar en 2018 su quinto año consecutivo de crecimiento (esperamos una expansión del PIB del 2,5%); embridar las cuentas públicas (apostamos por un déficit público del 2,6%), y avanzar en la mejora del desempleo (nuestra estimación es una tasa promedio del paro del 15,1%). Esas son las principales conclusiones del Boletín Mensual de Coyuntura Económica FOCUS brief, que acaba de publicar nuestro Gabinete de Estudios Económicos. Sin embargo, España se enfrenta a grandes pruebas que la economía española deberá pasar para llegar a la meta. Entre las pruebas a superar, destacamos el fuerte encarecimiento del petróleo; el inicio del endurecimiento de la política monetaria del BCE; el riesgo de caer en la complacencia, ante los desequilibrios que aún acumula el modelo económico, y la incertidumbre que arroja la cuestión catalana, aún no resuelta.

La primera prueba que tiene que afrontar España es solucionar el conflicto catalán, evitando que se alargue la situación, de no ser así, mayor será el grado de incertidumbre y más elevado será su efecto sobre sectores como el consumo, la inversión y el turismo. Por otro lado, la economía española necesita evitar situaciones disruptivas en el ámbito político para poder beneficiarse de los fuertes ajustes de competitividad acometidos durante los últimos años, como, por ejemplo, la intensa devaluación interna efectuada a través de una fuerte reducción de los Costes Laborales Unitarios (CLU), que ha dotado al sector exportador de un enorme dinamismo. España también tiene la oportunidad de sumarse al buen momento económico mundial y seguir la carrera en una posición favorable.

La segunda prueba en el camino será la escalada sostenida del precio del petróleo, que ya es un factor a tener en cuenta. El precio del crudo Brent, el de referencia a nivel mundial, ha crecido más del doble en el transcurso de los dos últimos años y ahora se ha hecho fuerte en el rango de 60 a 70 dólares por barril. Al repunte del consumo mundial de combustible se suma la reactivación global de la economía (todas las grandes economías avanzadas están creciendo a la vez) sin olvidarnos del hecho de que los países productores de petróleo están siendo efectivos, en esta ocasión, en contener la oferta disponible de crudo, con el objetivo de mantener la presión alcista sobre los precios. Dada la fuerte contención generalizada en los salarios, derivada de la todavía amplia holgura del mercado laboral, el repunte del petróleo puede incidir negativamente en el consumo y la inversión.

La tercera prueba y otro de los grandes desafíos para la demanda doméstica y la inversión, será la política monetaria, que oficialmente ya ha dejado de ser tan expansiva como ha sido hasta ahora. En el transcurso de los últimos 10 años, el BCE ha triplicado su balance y ahora es momento de empezar a retirar todos estímulos. Es tiempo de que las economías europeas, la española incluida, aprendan a navegar por sí solas y es necesario que el BCE se dote de cierto margen de maniobra en previsión de futuras crisis. De momento, su programa de compra de deudas se ha reducido a la mitad (a partir de ahora y hasta septiembre será de 30.000 millones de euros mensuales) y en cuanto a los tipos de interés, no hay otro camino que el de subida. Si bien es cierto que no creemos que los tipos suban antes de 2019, lo más probable es que el mercado anticipe el alza meses antes.

En todo caso, la economía española ha demostrado una fortaleza capaz de toda clase de imprevistos. Esta inercia positiva es la que le permitió cerrar 2017 con un crecimiento del 3,1%, a pesar de que algunos vientos de cola que han ayudado a la navegación durante los últimos años ya no están presentes o soplan con menos fuerza. Pero esa misma pujanza encierra el riesgo para España que representa la cuarta y mayor prueba: la complacencia. Existen razones de peso para el optimismo y para que la economía siga transitando por una senda más equilibrada que en anteriores ciclos expansivos, con una contribución más nivelada entre la demanda doméstica y la externa. Pero al mismo tiempo, hay desequilibrios que no se pueden desatender: la voluminosa deuda externa; la todavía alta tasa de paro; la creciente desigualdad o la consolidación de las cuentas públicas, por mencionar solo algunos de los retos figuran en las cartas de navegación de la economía española.

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Etiquetas: economía España FOCUS

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