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Morosidad: cuesta abajo, a toda velocidad

La morosidad ya no da miedo

Una de las consecuencias más graves de la crisis que empezamos a dejar atrás solo ahora, prácticamente 10 años después de que empezara, es un rápido aumento de la morosidad, tanto en términos absolutos, como en relación al volumen total de crédito. Ahora, la morosidad ha emprendido el camino cuesta abajo a toda velocidad. No en vano, de acuerdo con nuestro último Boletín Trimestral de Morosidad PULSE, a finales de año los créditos dudosos de la banca se situarán, por primera vez en ocho años, por debajo de los 100.000 millones de euros constantes.

Nuestra previsión es que la ratio de morosidad acelere incluso su ritmo de caída en los próximos meses, situándose en el 8,14%, unos niveles no vistos desde comienzos del año 2012, pero con una situación completamente distinta a la de entonces. En aquel momento, a la morosidad le quedaban por delante casi dos años de subida, hasta llegar a superar el 13,6% y el PIB cerró aquel ejercicio con un retroceso del 2,9%. Actualmente, el PIB va camino de cerrar su cuarto año consecutivo de crecimiento y este año esperamos que vuelva a superar el 3%. Y en lo que se refiere a la ratio de morosidad, son ya 35 meses consecutivos de caída en tasa interanual.

Esto no quita que los volúmenes de morosidad sigan todavía transitando a unos niveles muy altos. Así, más de uno de cada cinco préstamos concedidos al sector inmobiliario y de la construcción es un crédito fallido. La cifra se situó en agosto en 34.240 millones de euros y nuestros modelos apuntan a que el saldo caerá otros 5.000 millones más en los últimos cuatro meses del año. Estos volúmenes implicarían una caída de la morosidad de casi el 30% en tasa interanual y están claramente por debajo de los más de 100.000 millones que se llegaron a alcanzar en 2012. Sin embargo, también muestran que aún queda una gran pendiente cuesta abajo para regresar a los tiempos en los que la morosidad del sector era residual, como ocurrió entre 2003 y 2007, e incluso en la primera parte de 2008, ya que ese año solo se superaron los 20.000 millones de euros en morosidad a finales del ejercicio.

En el caso de los particulares, la morosidad nunca ha alcanzado picos muy elevados, habida cuenta del nivel de exigencias de las entidades financieras a la hora de conceder préstamos a particulares, que hacen que en una situación de dificultad económica, la hipoteca sea una de las últimas obligaciones que se dejan de pagar. Con el estallido de la crisis se multiplicó de forma exponencial, ya que venía de niveles absolutamente anecdóticos y en su punto álgido, a comienzos del año 2014, llegó a superar los 34.000 millones de euros. Desde entonces mantiene un ritmo de bajada pausado, pero constante, que le llevó a situarse en los 21.900 millones de euros el verano pasado y que, de acuerdo con nuestros cálculos, le llevará a situarse en los 21.290 millones de euros en diciembre. Esto significa que la tasa de morosidad hipotecaria estará en el orden del 4,4%, prácticamente cinco veces menos que la morosidad de las empresas vinculadas al ladrillo, lo que pone a las claras las diferencias entre ambos, ya que la morosidad de los hogares no se ha llegado siquiera a acercar al 10% ni en los peores momentos de la crisis.

El escenario para los próximos meses es que las altas cimas que alcanzó la morosidad en los momentos más duros de la crisis quedarán cada vez más lejos. Eso sí, pese a la clara mejora de la economía, el volumen total de crédito también está embarcado en un camino cuesta abajo (esperamos 1,2 billones de euros al cierre de año, un descenso interanual del 3,7%), por lo que la única manera que tiene la morosidad para bajar es seguir cayendo a una velocidad mayor de la que lo hace el saldo de crédito; lo cual no es, ni mucho menos, un asunto sencillo.

Podéis descargar el Boletín Trimestral de Morosidad PULSE en el siguiente enlace.

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Gabinete de Estudios Económicos de axesor

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