Tras un 2016 donde nuestra economía ha conseguido ganar con solvencia el 1er Round a las incógnitas propias de la falta de un gobierno estable y crecer un 3,2%, en 2017 comienza un 2nd Round donde nos enfrentarnos a nuevos desafíos domésticos e internacionales. ¿Cómo se prevé la pelea?, según el Gabinete de Estudios Económicos de axesor, publicada en nuestro boletín mensual de Coyuntura Económica FOCUS Brief, la economía española se mantendrá fuerte y aunque menos, crecerá a buen ritmo alcanzando una expansión del 2,5%.
Tras unos meses de debilidad, las ventas totales de las grandes empresas repuntan. El principal responsable es el buen comportamiento de las exportaciones de bienes y servicios. El cambio más significativo respecto a los meses anteriores es el aumento de las ventas fuera del mercado europeo. Las ventas en el extranjero son especialmente relevantes, porque si en el año 2007 éstas solo suponían el 15,3% de los ingresos de las grandes empresas, ahora su peso ha alcanzado el nivel récord del 24%. Por otra parte, la economía española no debería tener problemas para cumplir en 2016 con el objetivo déficit del 4,6% del PIB, ni tampoco con el de conseguir que la deuda pública no sobrepase el 99,4% del PIB, aunque esta haya aumentado a lo largo del pasado año en 26.300 millones de euros. El ahorro crece con mayor intensidad que la inversión, un 22,5% el primero y un 20% el segundo, lo que permitirá aunar unos buenos ritmos de crecimientos del PIB con el desapalancamiento de empresas y familias. En conclusión, España logra mantenerse firme, a pesar de la creciente incertidumbre internacional.
En 2017, el factor político tendrá una gran relevancia. En Europa se celebrarán elecciones en Alemania, Francia y Holanda, que marcarán la agenda económica, y no es descartable que finalmente también haya comicios anticipados en Italia. De hecho, esta es una posibilidad que ha ganado muchas opciones tras la última sentencia del Tribunal Constitucional italiano, que desbloquea la reforma electoral. Al mismo tiempo, la UE tendrá que negociar la desconexión de Reino Unido, un desafío sin precedentes que pondrá a prueba los cimientos comunitarios. En este sentido, el Gobierno británico está optando por una línea dura y ha anunciado que abandonará el mercado común y la unión aduanera. Por otra parte, el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha empezado su mandato sin atemperar su discurso y ya ha tenido su primera crisis diplomática con México, además de otra internacional al prohibir temporalmente la entrada en EE UU a nacionales de siete países predominantemente musulmanes. Adicionalmente, la política económica expansiva anunciada por Trump puede desencadenar una fuerte corrección en el mercado de bonos debido a sus potenciales efectos sobre la inflación y el endeudamiento público. Esto podría obligar a la Fed a normalizar su política a una velocidad más rápida de lo deseado, influyendo negativamente en la estabilidad financiera mundial, especialmente en las economías emergentes, endeudadas en dólares.
En el ámbito doméstico, el riesgo político se centra en la cuestión de Cataluña, aún no resuelta, y en la posibilidad de que un Gobierno en minoría sea capaz de brindar estabilidad para poder afrontar las variadas y profundas reformas que necesita el país. Un primer ejemplo es el riesgo existente de que el Gobierno tenga dificultades para aprobar los Presupuestos Generales y que se vea obligado a pactar medidas que alejen al Ejecutivo de los objetivos fiscales. El reto del nuevo Gobierno es avanzar y llegar a acuerdos en las numerosas decisiones pendientes (reducir el paro, combatir la desigualdad, consolidar las cuentas públicas, reducir la elevada deuda externa) y ello en un entorno internacional altamente inestable y con claros riesgos a la baja.
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