Ha costado casi un año, pero parece que España dejará por fin de tener un Gobierno en funciones para contar con uno con plena capacidad ejecutiva. Habida cuenta del retraso acumulado en todas las tareas pendientes, el nuevo Gobierno deberá afrontar ‘exámenes finales’ prácticamente cada día, empezando por los Presupuestos Generales, y con la dificultad añadida de tener que apelar al entendimiento con el resto de fuerzas políticas para cada reforma que quiera emprender. Después de que se desbloquee la formación de un nuevo Gobierno, llega la hora de afrontar las cruciales reformas estructurales que han pasado demasiado tiempo esperando: Consolidar las cuentas públicas, aumentar la productividad y potencial de crecimiento de la economía española, disminuir la elevada deuda externa, reducir la alta tasa de paro y la creciente desigualdad. Nuestro último boletín mensual de coyuntura económica FOCUS BRIEF destaca que, una vez eliminada la amenaza de la incertidumbre política, el reto es llegar a acuerdos y avanzar en las numerosas decisiones y reformas pendientes.
España se ha beneficiado durante un tiempo de los vientos de cola de la coyuntura internacional: un precio del petróleo muy barato, que ha ayudado a mantener la capacidad de financiación de la economía española y ha permitido reducir parte de la elevada deuda externa; crédito abundante y además a tipos de interés muy bajos.
Sin embargo, todo apunta a que el año que viene seremos testigos del final de la política monetaria ultraexpansiva del BCE y, de hecho, la autoridad monetaria tendrá que decidir el próximo mes de marzo si prorroga o no el programa extraordinario de compra de bonos, a razón de 80.000 millones de euros al mes. La entidad central ha asegurado, no obstante, que la retirada de estímulos, el llamado ‘tappering’, se ejecutará en todo caso de forma gradual para no desestabilizar más la economía. Pero después de cinco años de emplearse a fondo, el banco central reclama cada vez con más insistencia que los Gobiernos de la UE le acompañen con políticas fiscales, puesto que la política monetaria no consigue por sí sola activar el flujo de crédito como sería deseable. De igual modo, el precio del petróleo parece haber encontrado un suelo y en los trimestres venideros veremos un empeoramiento de la factura energética para empresas y hogares, que puede afectar tanto a la inversión, aún a una enorme distancia de los niveles previos al inicio de la crisis financiera, como al consumo. La previsión es que el barril de crudo Brent se consolide por encima de los 50 dólares.
El análisis de nuestro Gabinete de Estudios Económico pone de manifiesto que la economía española crece, pero a menor ritmo que en meses anteriores. Los datos preliminares señalan un parón de las ventas totales de Grandes Empresas en el tercer trimestre del año. El sector exterior, particularmente las ventas fuera del área del euro y la UE, constituyó el principal factor que explica el parón de las ventas. La debilidad del comercio exterior a nivel mundial ha terminado pasando factura a las empresas españolas y no podemos olvidar que las exportaciones representan hoy en promedio el 23,7% de las ventas de las grandes empresas, 8,5 puntos porcentuales más que al comienzo de la crisis. El escenario político es también es incierto, con las incógnitas que se derivan de cómo será la desconexión británica de la UE y de qué sucederá si en el referéndum previsto en Italia para el 4 de diciembre los ciudadanos votan no a la reforma constitucional liderada por el primer ministro, Matteo Renzi.
Pese a estas amenazas y otras que pueden ir surgiendo, los fundamentos de la economía española son más sólidos que al comienzo de la crisis, se ha hecho un importante esfuerzo de desapalancamiento por parte del sector privado, la economía española mantiene una buena capacidad de financiación y las expectativas empresariales mejoran trimestre tras trimestre. De hecho, nuestra previsión es que el PIB crecerá este año ligeramente por encima del promedio mundial y se situará en el 3,2%. El nuevo Gobierno tendrá que aprovechar esta situación favorable para dar vida a los acuerdos que permitan acometer las reformas que España necesita para consolidar su crecimiento y ser menos vulnerable ante potenciales shocks externos.
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