La sesión del pasado 24 de junio fue la peor de la historia de las Bolsas europeas. Las caídas llegaron a acercarse al 18% en algunos selectivos como el Ibex 35, siendo generalizados los descensos de doble dígito.
Sin embargo, aproximadamente cinco semanas después de que los ciudadanos británicos votaran por sorpresa abandonar la Unión Europea, los principales índices bursátiles europeos (encabezados por el DAX alemán), recuperaban los niveles previos al referéndum británico, alcanzados el 23 de junio.
Si sorprendente fue el triunfo del Brexit el 23 de junio, también lo ha sido la rápida recuperación posterior de los mercados. Especial relevancia tiene el hecho de que Wall Street, apenas dos semanas después de que se conociese que habría Brexit, no sólo recuperase los niveles previos, si no que alcanzase nuevos máximos históricos (a través de su principal índice, el S&P500).
Probablemente, los temores y las reacciones de la comunidad inversora a la salida de Reino Unido de la Unión Europea, fueron excesivos. Algo muy habitual, por otro lado.
El FMI ha rebajado recientemente sus previsiones económicas para este año y para el próximo, restando una décima de crecimiento esperado en cada ejercicio. El Fondo dejó claro en su nota que, en ausencia de Brexit, habría corregido al alza sus pronósticos, reconociendo una afectación por esta circunstancia. Sin embargo, otras entidades, como JP Morgan, han manifestado que el Brexit no afectará a la economía mundial este año.
Por lo tanto, nada puede darse por seguro. El camino de la separación va a ser muy largo (posiblemente se prolongue hasta 2019), y está repleto de incertidumbres, condicionantes y matices diferenciadores, de los que dependerá la envergadura final del daño económico y financiero que resultará de la separación. En la larga travesía que nos aguarda, intervendrán muchos actores que podrían reducir los perjuicios. Entre ellos están los Bancos Centrales, que podrían hacer más laxas sus políticas monetarias, o retrasar el momento de volverlas más restrictivas.
Así que, al tratar de realizar una fotografía global que resuma las implicaciones que el Brexit puede tener para la economía global durante los próximos trimestres, el resultado es borroso, y viene marcado por una potencialidad bajista moderada.
Pero probablemente, no sea ésta la potencialidad que proyecta los mayores riesgos bajistas. La economía mundial afronta una serie de amenazas de una magnitud claramente mayor, entre las que podríamos destacar las siguientes:
1. Aumento de la intensidad en la ralentización de China, cuyos desequilibrios internos pudiesen alejar significativamente el crecimiento de la meta gubernamental del 6,5%. Precisamente, esta amenaza fue la que causó dos de los tres últimos desplomes de las Bolsas (en agosto de 2015 y en enero de 2016).
2. Impacto prolongado del abaratamiento del petróleo y de las materias primas en las principales economías productoras. Brasil, Rusia, Arabia Saudí, Australia, Canadá o México son sólo algunos ejemplos de economías cuyas principales variables macroeconómicas se han visto muy deterioradas por la caída del crudo.
3. Agotamiento del ciclo de crecimiento en EE UU. Tras desarrollar uno de los procesos expansivos más prolongados de los últimos 100 años, la próxima recesión está cada vez más cerca.
4. Peligros financieros derivados de la reversión de las políticas monetarias de los Bancos Centrales. El exceso de liquidez ha generado importantes desequilibrios entre la economía real y financiera en los últimos años. Un ejemplo muy claro lo tenemos en la enorme cantidad de bonos soberanos europeos que cotizan con rentabilidad negativa. La normalización de las políticas monetarias por parte de los Bancos Centrales va a resultar inédita, dadas las proporciones que han alcanzado las dosis de liquidez.
En cualquier caso, estas y otra amenazas llevan planeando sobre la economía mundial de forma constante durante los últimos años. Su mera existencia no lleva aparejada ninguna certeza en su materialización.
Volviendo a los mercados: los fuertes descensos que han sufrido las Bolsas en los últimos trimestres no han tenido una constatación real la economía mundial. En abril de 2014, los principales selectivos europeos cotizaban de media un 30% por encima de los niveles actuales, sin que la economía europea haya variado notablemente su ritmo de crecimiento desde entonces. Así pues, las Bolsas no parecen ser una vara de medir demasiado rigurosa del efecto real de los importantes peligros económicos previamente citados. El último desplome, tras confirmarse el resultado del referéndum británico, y su posterior recuperación, son un ejemplo más.
Daniel Pingarrón
Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por CUNEF, Daniel comenzó su carrera en el mundo financiero trabajando con derivados en la tesorería de un gran banco español. Se incorporó a IG en 2008, pasando posteriormente a formar parte del Dpto. de Estrategias. Colabora habitualmente con publicaciones financieras y generalistas, compartiendo sus opiniones del mercado, labor por la que el Dpto. de Estrategias de IG ha recibido varios premios y distinciones. @danielpingarron @IG_Espana