La economía española se mantiene al alza, pero el impasse político es una rémora cada vez más grande para la actividad. En el boletín mensual de coyuntura económica FOCUS Brief correspondiente al mes de abril mantenemos la previsión de crecimiento del 2,6% para el conjunto del año, pero se insiste en la incertidumbre política y la falta de reformas derivada de ella como la gran amenaza para la economía española. Además, el entorno internacional no es el más favorable. El FMI (Fondo Monetario Internacional) acaba de alertar sobre los crecientes riesgos de “una ralentización más generalizada [a nivel global] y una retirada repentina de los flujos de capital”, con el consiguiente efecto desestabilizador para los circuitos financieros que ello podría acarrear, al tiempo que ha reclamado a los distintos gobiernos “acciones más decisivas” para combatir esta desaceleración global. En este sentido, consideramos que España necesita un Gobierno que brinde estabilidad para poder tomar las decisiones con las que afrontar los retos de largo plazo: reducir la elevada deuda externa, la tasa de paro, la creciente desigualdad y la consolidación de las cuentas públicas.
El BCE se está empleando a fondo, aplicando medidas poco convencionales como llevar los tipos de interés oficiales a cero y cobrar a los bancos por hacer depósitos en las cuentas de la institución central, al tiempo que ha elevado a 80.000 millones de euros el desembolso mensual en la adquisición de activos de la eurozona. Sin embargo, la variación del Índice de Precios al Consumo Armonizado (IPCA) lleva prácticamente dos años en niveles muy próximos a cero, e incluso en tasas negativas de manera puntual; es decir, a una enorme distancia del objetivo oficial de estabilidad de precios del 2%. Por lo tanto, se requiere ahora una mayor implicación de los gobiernos de los países del área euro.
Y si el entorno global es de creciente incertidumbre, las cifras domésticas también ponen de manifiesto las dificultades que están encontrando ahora las grandes empresas españolas para colocar sus productos en el exterior. Así, en los dos primeros meses del año los datos de ventas solo registraron un crecimiento del 0,1% en tasa interanualizada. En resumen, la ralentización está siendo mucho mayor de lo esperado, lo que permite anticipar que los datos del PIB del primer trimestre reflejarán una cierta desaceleración en relación con los del último trimestre del año 2015. Esta situación se debe fundamentalmente a la mala evolución del sector exterior, donde las ventas están cayendo a un ritmo que es casi tres veces superior al que están retrocediendo las exportaciones. De igual modo, el crecimiento del empleo en España sigue basado en actividades de escaso valor añadido, como lo pone de manifiesto el hecho de que está aumentando prácticamente al mismo ritmo que el PIB, por lo que la mejora del consumo doméstico no se fundamenta en una mejora sustancial del poder adquisitivo, sino en un incremento del número de personas que está trabajando.
Pese a todo, también hay algunos datos que invitan al optimismo. Por ejemplo, el petróleo mantiene sus precios bajos, lo que ayuda a los países importadores de materias primas, como es el caso de España. También se ha conocido que si bien el dato del PIB del primer trimestre en China (6,7%) es el más bajo en siete años, también es cierto que la economía del gigante asiático empieza a dar muestras de estar frenando su desaceleración: la producción industrial, la venta de vivienda residencial y las exportaciones se están reactivando, de igual modo, sectores como el comercio electrónico y el turismo están creciendo a tasas de doble dígito. Por otra parte, también es cierto que, a pesar de las amenazas de carácter doméstico y global, los niveles de morosidad continúan descendiendo, lo que ayudará a dar fluidez al crédito, y la situación financiera de familias y empresas es más sólida que a comienzos de la crisis.
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