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España va bien

España a toda vela

“El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas.”

William George Ward!

Casi dos décadas separan el título de este artículo del eslogan que acompañó a España durante ocho años de legislaturas populares (1996-2004). Mucho tiempo para algunos y palabras desconocidas para otros. Me remonto a la primera vez que el presidente Jose María Aznar pronunció estas palabras y no lo recuerdo, andaba más preocupada en estrenarme como universitaria. España iba bien y yo no iba a ponerlo en duda.

Desde luego que ha llovido y mucho desde entonces, pero con datos objetivos y en términos económicos podemos desempolvar el titular y decir que sí, que España vuelve a ir bien. Insisto en lo de “datos objetivos” y “en términos económicos” porque, si estaban poniendo cara de asombro, les indico que no me corresponde entrar a valorar ahora, ni en este foro, si en términos como el social o el político la situación es comparable, necesita mejorar o está a años luz de aquella época de vino y rosas.

Ser pesimistas con la economía española hoy sería no querer ver la realidad, faltar a la objetividad de los datos e ir contra corriente - ¡y más en año electoral!-. Lo que se lleva ahora es ser optimista. Ser capaz de ver el vaso medio lleno, además de ser algo contagioso, levanta el ánimo de todos los agentes económicos. España va bien, la actividad económica y la creación de empleo se han acelerado más de lo que se preveía. Asistimos a una recuperación de la demanda interna, de ese consumo que nos había abandonado durante unos años llegando a sus mínimos en 2013. España cerró 2014 como el año en el que, por primera vez desde el inicio de la crisis, el gasto en consumo de las familias había aumentado, cerca del 3,5%. España va bien y seguimos contemplando la fortaleza de las ventas al exterior, que ha sido uno de los puntos a destacar de nuestra economía durante los últimos años. Ventas al exterior que seguirán mejorando debido principalmente a factores externos que nos ayudarán a mantener la competitividad, a saber: caída significativa de los precios del crudo que abarata los costes de producción, políticas monetarias del Banco Central Europeo con acciones más ambiciosas de las que se habían anticipado en su momento y que, sin lugar a dudas, además de tener efecto en los costes de financiación de las empresas, tiene su principal impacto en la depreciación de la moneda común frente a casi todas las divisas extranjeras. Todo ello, como decía, redundará en beneficio de las exportaciones. Además, y al margen de estos factores externos comentados, si ya lo veníamos haciendo bien en el apartado “ventas al exterior” con nuestro principal socio comercial, la eurozona, debatiéndose en los trimestres pasados entre caer de nuevo o no en el temido estancamiento, imagínense como puede ser de ahora en adelante dado que ese riesgo no se ha materializado y parece que asistimos a una aceleración moderada del crecimiento mundial impulsado, todo hay que decirlo, por los programas de tipos cero (ZIRP por sus siglas en inglés) o de tipos negativos (NIRP por sus siglas en inglés) de los bancos centrales mundiales.

España va bien porque los últimos datos de confianza industrial y del consumidor que hemos conocido así lo constatan. Las encuestas se mantienen en cotas superiores a sus promedios previos a la crisis y esto es vital. Que se reduzca la incertidumbre y aumente la confianza dinamiza la economía porque invita a creer que en el futuro el comportamiento seguirá siendo positivo, lo que empuja a las familias y empresas a salir del letargo, consumir y tomar decisiones de inversión a medio y largo plazo, reduciendo sus niveles de máximos de ahorro.

España va bien porque la actividad y el empleo están ganando tracción, porque parece que el mercado inmobiliario ha llegado a un punto de inflexión y que el precio de la vivienda ha tocado suelo, lo que aumenta la percepción de riqueza inmobiliaria de las familias. Incluso FUNCAS habla ya “de impulso en la construcción de viviendas”. La recuperación de la riqueza financiera, también contribuye al optimismo. Y que el comportamiento del crédito, en concreto de las operaciones de financiación al consumo, haya aumentado un 25% en el acumulado del año pasado, también invita a pensar en positivo.

Y no me digan que no apetece ser optimista con todo lo que se lee y escucha. Las previsiones de los organismos internacionales e instituciones supranacionales, como el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional, han modificado al alza sus perspectivas de crecimiento para España. La OCDE nos pone como ejemplo y ha elogiado las reformas llevadas a cabo en nuestro país, calificando de "impresionante" el reequilibrio alcanzado de la balanza por cuenta corriente. El FMI se refirió hace poco a nosotros como “la locomotora de Europa en 2015”... ¡cómo ha cambiado la copla!

Además, los últimos estudios elaborados por BBVA y FUNCAS revisan al alza la previsión de crecimiento del PIB español, llevándolo hasta el 2,7% el BBVA y hasta el 3% FUNCAS. Incluso el ministro Luis de Guindos, ha augurado cinco años buenos para España, en los que la economía se acercará a su potencial de crecimiento, entre el 2,5 y el 3% en tasa interanual. Estamos que nos salimos. Gracias al cielo que coincide con año electoral, deben pensar algunos.

Llámenme aguafiestas pero yo prefiero ser realista. Con tanto subidón corremos un riesgo: distraernos y no seguir trabajando en lo que realmente depende de nosotros y no de factores externos. Que la prima de riesgo caiga a niveles pre crisis y que se reduzcan los tipos de interés, se lo debemos al señor Draghi. Que se devalúe el Euro y que por cada 10 puntos de depreciación sumemos un 0,5% al PIB, también. Si los costes de financiación son más bajos para Estado y empresas, hay más liquidez en el sistema y empieza a fluir el crédito, ¿a quién tenemos que dar las gracias? al señor Draghi, por supuesto. Que la caída del precio del crudo puede ahorrarnos 15.000 millones de euros en la factura energética de 2015 y que eso suponga un crecimiento del 1,5% del PIB es altamente beneficioso para una economía como la nuestra, netamente importadora de energía. Todo son alegrías.

Pero siendo realista hago un llamamiento a la cordura. Los vientos soplan a nuestro favor pero no hay garantías de que esto permanezca inmutable y seguimos siendo vulnerables. El escenario no está exento de riesgos (incertidumbre en los mercados financieros, crisis geopolíticas latentes, ajetreado calendario electoral,…) e incluso, pese a la recuperación, los desequilibrios en la economía española siguen existiendo. Deberíamos aprovechar este alineamiento de planetas para no caer en la complacencia y trabajar, más si cabe, en impulsar medidas e implementar reformas que hagan sostenible este crecimiento económico porque tenemos dos graves problemas aún por resolver que dependen de nosotros mismos: por un lado la insostenible tasa de desempleo, y esos dos millones de parados estructurales (menores de 30 años con educación obligatoria que ni estudian ni trabajan y mayores de 45 años con formación primaria y en paro más de dos años), y en segundo lugar nuestro elevado nivel de deuda. El cierre de 2014 se salda con un endeudamiento público de 1,033 billones de euros. Preocupante en cuanto al volumen alcanzado, la deuda pública supone ya el 97% del PIB. Y preocupante también por el ritmo creciente y al alza de la misma, desde noviembre de 2011 ha subido del 63% al 97% del PIB. Para que lo aprecien mejor: la deuda pública española subió 186 millones al día en 2014.

Ahora, ajustemos las velas.

 

María Muñoz es asesora financiera y trabaja en banca privada, actualmente desempeña su labor profesional en Andbank.
Licenciada en Derecho por la Universidad de Valencia y, posteriormente, cursó un Postgrado en Derecho Urbanístico en la Universidad de Valencia y un Máster en Gestión Patrimonial y Banca Privada en CEU San Pablo. Actualmente es miembro del European Financial Planning Association (EFPA). Colabora habitualmente en medios de comunicación tales como TVE, Capital Radio, The Objective, Expansión y El País.
En 2012 y 2013, en Twitter, fue elegida Tweco (una de las cinco cuentas clave para seguir la economía) desde su cuenta @mariadelamiel.

Categorías: Estudios y Análisis

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