Tras dos años registrando tasas positivas de crecimiento, el primer cuatrimestre del año presenta un retroceso del 2% en el número de fusiones producidas en España. Es una cifra negativa relevante, pero la contracción no es muy elevada si tenemos en cuenta que:
1. Se concentra en las grandes y medianas compañías, mientras que las pequeñas muestran una fuerte desaceleración en el crecimiento que venían experimentando, un 0.9% en positivo.
2. Las grandes operaciones de fusiones y adquisiciones a nivel mundial registran el nivel de actividad más bajo desde el año 2009 con retrocesos superiores al 30%, lo cual afecta a los negocios que han crecido notablemente al calor de este mercado: me refiero a despachos profesionales y asesoramiento de operaciones. Todo ello con la excepción del mercado Iberoamericano que muestra tasas de crecimiento positivas de dos dígitos en el mismo periodo, con un muy buen comportamiento en Brasil, Chile y México, por este orden.
3. Las fusiones y adquisiciones son las acciones corporativas que más sufren las dificultades para encontrar financiación, sobre todo cuando se trata de Pymes.
Como todos sabemos bien, las razones para iniciar un proceso de fusión son numerosas: la obtención de economías de escala, el aprovechamiento de ventajas fiscales, la diversificación, la adquisición de nuevo Know How, el crecimiento, las sinergias financieras vía reducción de costes de financiación, la eliminación de deficiencias y, otras menos políticamente correctas como las motivaciones de los directivos de extender su control personal sobre la compañía dando lugar a lo que comúnmente se conoce como “problema de agencia”.
En general, y dejando de lado las fusiones impulsadas por las autoridades en sectores críticos para la economía como es el caso del sector financiero, cabe esperar que estos procesos crezcan en la medida en que estemos hablando de una economía pujante, como la que tienen en estos momentos los países antes mencionados.
No obstante, los indicadores que tenemos sobre la mesa son poco halagüeños desde el punto de vista económico y empresarial, sobre todo teniendo en cuenta cómo es la estructura empresarial de España y en qué zonas geográficas y en qué sectores se concentran los retrocesos.
Tal y como podemos observar en la siguiente tabla, el mayor retroceso en el número de fusiones se produce en Murcia, Canarias, Castilla la Macha y Valencia que coinciden con aquellas comunidades que más están sufriendo, no sólo el retroceso de la actividad económica sino, algunos de los niveles de morosidad o impagos más altos del país.
Fusiones por CC.AA. y su variación interanual (primer cuatrimestre)
|
2008 |
2009 |
2010 |
2011 |
2012 |
Andalucía |
56 |
40% |
48 |
-14% |
41 |
-15% |
61 |
49% |
64 |
5% |
Aragón |
16 |
33% |
21 |
31% |
15 |
-29% |
16 |
7% |
23 |
44% |
Asturias |
8 |
14% |
8 |
0% |
12 |
50% |
16 |
33% |
15 |
-6% |
Baleares |
11 |
10% |
5 |
-55% |
14 |
180% |
19 |
36% |
23 |
21% |
Canarias |
24 |
-11% |
29 |
21% |
42 |
45% |
44 |
5% |
21 |
-52% |
Cantabria |
3 |
200% |
1 |
-67% |
4 |
300% |
6 |
50% |
5 |
-17% |
Castilla la Mancha |
10 |
67% |
6 |
-40% |
6 |
0% |
18 |
200% |
14 |
-22% |
Castilla y León |
10 |
43% |
15 |
50% |
20 |
33% |
17 |
-15% |
19 |
12% |
Cataluña |
176 |
21% |
142 |
-19% |
186 |
31% |
211 |
13% |
198 |
-6% |
Ceuta y Melilla |
1 |
- |
0 |
-100% |
0 |
- |
1 |
- |
0 |
-100% |
Extremadura |
3 |
50% |
1 |
-67% |
3 |
200% |
6 |
100% |
6 |
0% |
Galicia |
18 |
29% |
28 |
56% |
37 |
32% |
25 |
-32% |
37 |
48% |
La Rioja |
1 |
-80% |
3 |
200% |
1 |
-67% |
2 |
100% |
4 |
100% |
Madrid |
131 |
4% |
162 |
24% |
163 |
1% |
177 |
9% |
195 |
10% |
Murcia |
10 |
150% |
10 |
0% |
9 |
-10% |
9 |
0% |
4 |
-56% |
Navarra |
7 |
-13% |
10 |
43% |
6 |
-40% |
15 |
150% |
13 |
-13% |
País Vasco |
53 |
20% |
38 |
-28% |
33 |
-13% |
54 |
64% |
61 |
13% |
Valencia |
35 |
0% |
43 |
23% |
41 |
-5% |
66 |
61% |
45 |
-32% |
Fuente: axesor
Y lo mismo podríamos concluir cuando atendemos a los sectores que muestran más retroceso, pues convienen en aquellos que podríamos afirmar sin ningún lugar a dudas que están en crisis.
Respecto a la estructura empresarial, hay que destacar la cantidad tan elevada de pequeñas empresas que convierte a España en el quinto país con más empresas por cada mil habitantes tal como se puso de manifiesto por el Eurostat con datos comunitarios de 2008. Este minifundismo empresarial es resultado de un innumerable número de factores, entre los que destaca el elevado peso de la empresa familiar en nuestro país.
Como todo, esto tiene dos lecturas. Por un lado, pone de manifiesto lo vivo que se encuentra el emprendimiento en este país pero, por otro, hay que reconocer que un mayor tamaño de las empresas es imprescindible para alcanzar algunos de los retos que las mismas y toda la economía en general tiene por delante: la innovación, la internacionalización y, ahora también, la capacidad de endeudamiento.
En el caso de la internacionalización, es evidente que las empresas pequeñas pueden crecer en el mercado nacional y preferir evitar los riesgos y los costes que supone la actividad exportadora, mientras que las empresas que ya tienen un cierto tamaño deben penetrar otros mercados para lograr aumentar y diversificar sus ventas y sus cuentas de resultados. Un ejemplo cercano de esto podríamos encontrarlo en FAGOR, que hasta mediados del 2011 ha ganado tamaño principalmente a través de compras (Aspes, Edesa, Grumal, Extra, Wrozamet, Brandt...) y ahora aspira a convertirse en uno de los líderes mundiales de su sector; para lo que tiene que dar un salto significativo en tamaño y presencia internacional, que le haga menos dependiente del mercado europeo y le permita ganar cuota en áreas emergentes como América, Asia y el Este de Europa. Así, la compañía se encuentra en un proceso de alianzas estratégicas (joint-ventures) que le permita dar este nuevo paso.
Evidentemente, hay excepciones a esta realidad, pues las empresas tecnológicas o con un fuerte componente de innovación, aun teniendo una dimensión reducida pueden llegar a destinar su actividad al exterior si el mercado doméstico no les ofrece suficientes oportunidades de crecimiento y resultados. Este es el caso de Oncovision, una start-up tecnológica española surgida en 2003 del Instituto de Física Corpuscular de Valencia (CSIC) y la Universidad de Valencia cuyo ámbito de trabajo es la Visión Molecular aplicada a las ciencias de la Salud, con foco principal en diagnóstico y tratamiento del cáncer e investigación avanzada en neurología, oncología y cardiología.
Lo cierto es que un total de casi 2.000 fusiones al año, cuando el número de empresas del país asciende a aproximadamente a 1.37 millones, no es muy significativo, más si cabe cuando España tiene pendientes los retos antes mencionados.
Así, si somos conscientes de que el tamaño medio de la empresa española necesita aumentar para tener mayor y mejor acceso a la financiación, a la innovación y a los mercados exteriores, parece que podría ser interesante buscar fórmulas, quizá a través de una legislación fiscal más adecuada, para estimular las fusiones de nuestras empresas de forma que se aprovechen las sinergias existentes para mantenerse y acceder a nuevas oportunidades de negocio.
En conclusión, la evolución positiva en el número de fusiones de pequeñas empresas, aunque débil, es un aspecto a vigilar e impulsar para conseguir la transformación de nuestro tejido empresarial y mejorar la estructura económica de España.
Francisco J. Sánchez Vellvé. Economista