El mercado de la vivienda ha dejado de crecer en España. Desde 2015, superada una crisis económica de origen internacional pero muy agudizada por la burbuja inmobiliaria, habíamos visto cómo se registraban avances en el entorno del 10%, en ocasiones incluso superiores. 2019, sin embargo, va a ser un año de retroceso en la compraventa de vivienda.
Hubo voces que pronosticaron lo contrario. Y es que había elementos para hacerlo: ahí están el aumento de los precios del alquiler, desorbitados en ciudades como Madrid y Barcelona, y el abaratamiento de las hipotecas. El precio de estas ha alcanzado niveles realmente asequibles gracias a unos tipos de interés históricamente bajos que han dejado al euríbor en negativo y a la búsqueda por parte de los bancos de un aumento de su volumen de negocio que compense el deterioro de sus cuentas de resultados. La que ya se conoce como guerra de las hipotecas, tanto en tipos variables como fijos, ha servido para mejorar aún más las condiciones para los prestatarios. Hay ya entidades que ofrecen hipotecas a tipo fijo por debajo del 2% y a 30 años.