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La banca en forma para nuevos retos

La banca en forma para nuevos retos

La banca española puede presumir de músculo. Las principales entidades financieras, las que están listadas en el Ibex 35, lograron cerrar el primer trimestre del año con un beneficio de 4.730 millones de euros, un 16% más que hace un año. Y, si bien la subida de márgenes aún representa un verdadero desafío, porque la subida de tipos ni está, ni se la espera a corto plazo, en lo que se refiere a morosidad las noticias son excelentes. De acuerdo con el Boletín Trimestral de Morosidad PULSE, que acabamos de publicar, la morosidad bancaria continuará cayendo en los próximos meses a un ritmo de aproximadamente el 15%, para concluir el primer semestre del año en torno a los 88.270 millones de euros, el nivel más bajo desde comienzos del año 2010. En definitiva, el sector financiero ha alcanzado un buen estado de forma que le viene muy bien para encarar un futuro incierto, caracterizado por hitos como la normalización global de la política monetaria, la unión bancaria europea, la entrada en vigor del nuevo marco de exigencias regulatorias de Basilea III, la transformación digital de la economía mundial y, a nivel doméstico, el ruido de fondo que empieza a generarse en el sector de la vivienda.

Efectivamente, el mercado inmobiliario está dando mucho de qué hablar, las expectativas son enormes y día sí, día no, surgen artículos cuestionándose si estamos ya en una nueva burbuja inmobiliaria. Nuestra previsión es que el número de operaciones de compra/venta de viviendas se mantendrá, en promedio, claramente por encima de las 40.000 unidades durante todo el año, alcanzando los ritmos más fuertes desde 2008, pero notoriamente inferior a los tiempos del apogeo del ladrillo. Además, la morosidad en el mercado hipotecario va a seguir deslizándose a la baja. Así, nuestra visión es que el volumen de morosidad de los créditos hipotecarios de los hogares cerrará la primera mitad del año en el nivel más bajo desde 2012, con unos volúmenes de alrededor de 21.070 millones de euros. La ratio de morosidad no caerá, se elevará ligeramente hasta el 4,5%. Pero eso es porque el crédito para las familias está cayendo a gran velocidad. De hecho, esperamos que se sitúe en junio en poco más de 465.000 millones de euros, un mínimo no visto desde 2005 y lejos de los casi 700.000 millones de euros en los que llegó a estar en el estallido de la crisis económica.

Eso en lo que se refiere al segmento de particulares, pero es que en lo que tiene que ver con el crédito concedido a las empresas inmobiliarias y constructoras, las expectativas son que el volumen de créditos morosos mantengan unas tasas de caída en términos interanuales superiores al 35%. Así, el saldo total de créditos morosos de las empresas inmobiliarias y de la construcción se situará, por primera vez en muchos años, prácticamente a la par que el del crédito hipotecario a los hogares, cerrando el primer semestre en unos 21.080 millones de euros, la cifra más baja en 10 años. Eso sí, la tasa de morosidad es aún muy elevada, ya que prevemos que en junio sea del orden del 16%. Esto implicará, no obstante, un retroceso en términos relativos del 29% respecto al mismo periodo del año pasado.

Precisamente, son las empresas inmobiliarias y de la construcción las que más están empujando a la baja de la morosidad general del sector financiero. La ratio de morosidad bancaria acumula ya 41 meses consecutivos de caída (casi tres años y medio) y está ahora en el 7,8%, muy lejos del 13% que llegó al alcanzar en octubre de 2013, el punto álgido. Lo que esperamos es una tendencia continuista y que en un par de meses la ratio caiga hasta el 7,4%, mínimos desde 2011.

Las señales de fortaleza que envía el sector son claras y ayudan, sin duda, a la normalización del flujo de crédito. Estas buenas dinámicas llegan en un momento crítico. A finales de junio tendrá lugar la decisiva cumbre de la Unión Europea en la que debería quedar establecida la hoja de ruta para la creación de un Fondo Europeo de Resolución Bancaria permanente, eficaz y ágil; así como alguna fórmula que conduzca en un futuro no demasiado lejano, a una red común europea de protección de los depósitos bancarios. Estas medidas serán complementadas con el marco de exigencias internacionales de Basilea III, cuya aspiración última es delimitar los raíles por los que debe circular el sector bancario en términos de liquidez, calidad los activos, grado de apalancamiento y cobertura de financiación; en definitiva, intentar sentar las bases de un sistema financiero más resistente y que evite la acumulación de riesgos sistémicos. Aunque su grado de aplicación es progresivo y se extenderá durante los próximos 10 años, lo cierto es que el mercado empezará a exigir de inmediato (y a poner en precio) la adaptación del sector a la normativa, todo un desafío para la banca.

Por si estos son pocos retos, la industria financiera debe lidiar con la transformación digital, una tendencia global que está haciendo florecer nuevas forma de competencia a la banca, y con la clara señal que ha mandado el BCE, que no tiene ninguna prisa por empezar a subir los tipos de interés, con la presión que ello supone para los márgenes bancarios. Ante todos estos frentes abiertos, la banca saca músculo y presume de un potente ajuste de la morosidad.

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Gabinete de Estudios Económicos de axesor

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