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2017: Tres focos y... muchas incertidumbres

2017: Tres focos y... muchas incertidumbres

No cabe esperar que en el horizonte cercano se repita un año tan favorable en lo económico como lo ha sido el excepcional 2016 para España, con un crecimiento del PIB del 3,3% como ha avanzado el Gobierno. Pero eso no significa que 2017 a priori pinte mal. La economía española seguirá marcada por el crecimiento; los pronósticos coinciden en que el ritmo será más moderado, entre el 2,5% y el 2,7%, pero se mantendrá el suficiente dinamismo como para seguir corrigiendo nuestros clásicos desequilibrios, con particular atención al déficit público y al desempleo desorbitado. Pero el desempeño de la economía española no será ajeno a lo que está aconteciendo en la geoeconomía, con grandes expectativas, pero no menos incertidumbres que acechan y cuya resolución marcará sin duda para bien o para mal el guion de este ejercicio.

El principal elemento donde poner el foco reside en la nueva era que se abre en Estados Unidos, con el imprevisible nuevo inquilino en la Casa Blanca. La euforia de los mercados en la última parte del año pasado fue espoleada en gran medida por las expectativas que genera el esperado plan de reactivación prometido por Donald Trump, basado fundamentalmente en aumentar exponencialmente la inversión pública y en una sustancial rebaja de impuestos. Aunque estas decisiones no serán inmediatas, sobre todo por los recelos que suscita abrir aún más la espita del gasto, lo cierto es que cabe esperar que esta dinámica expansionista contribuya en los próximos meses a seguir animando una economía que ya viene acelerándose significativamente. El ambicioso objetivo que se ha impuesto el rutilante próximo secretario de Estado del Tesoro, Steven Mnuchin, de elevar el crecimiento de Estados Unidos hasta el 4%, pese a su indudable carga voluntarista, no deja lugar a dudas de que los planes de la nueva Administración van a provocar un apreciable recalentamiento económico que debería venir acompañado de los consiguientes aumentos de precios. Algo que tocará de lleno a la política monetaria de la Reserva Federal, que podría ver precipitados sus planes de subida de tipos, en un escenario que será propicio para que el dólar se siga reforzando. Ahora bien, todo esto invita a temer que se genere el caldo de cultivo de nuevos y más agudos desequilibrios. Pero de momento, por la confianza que exhiben los inversores parece que estos prefieren quedarse con el lado positivo de todo ello.

El segundo foco es Europa, donde cada vez hay una mejor percepción de las variables económicas. El índice de sentimiento económico elaborado por la Comisión Europea sigue en alza y el índice de gestores de compras (PMI, por sus siglas en inglés) del sector manufacturero se mantiene en zona de máximos gracias al tirón de la demanda interna y a la fortaleza de las exportaciones, animadas por la debilidad del euro frente al dólar, en particular en Alemania, la más beneficiada por esta circunstancia. Esta tónica de mejora debería continuar a lo largo del ejercicio, especialmente si, como reclaman los organismos internacionales, se ponen en marcha planes de reactivación con mayor inversión pública en Europa. Es algo que podría ser factible gracias a la financiación que deberían procurar unas bajísimos tipos de interés, pues aunque empieza a cambiar el viento para la política monetaria en un contexto en el que, además, empieza a haber cierta tensión inflacionista en la eurozona y el BCE debería empezar a retirar su programa de compra de activos, no es previsible que Mario Draghi opte por un abrupto giro restrictivo, puesto que algunas economías europeas todavía no muestran la fortaleza deseada.

Y el tercer foco, en clave doméstica, reside en España. Como decía al comienzo, aunque con menos intensidad que en 2016, el ritmo de crecimiento será favorable y tendrá una incidencia favorable en la reducción del paro. Existe gran coincidencia entre los expertos en que el mercado inmobiliario seguirá caminando por la senda de la recuperación -con apreciables subidas de precios sobre todo en Madrid y Barcelona-, las exportaciones seguirán al alza beneficiándose del viento de cola de la cotización del euro y el turismo continuará ejerciendo de motor determinante del crecimiento después de un excepcional 2016. En este contexto, y en la ausencia de citas electorales será más fácil lograr los objetivos de reducción de déficit público. Pero como alertaba recientemente el ministro de Economía, Luis de Guindos, en España tenemos una espada de Damocles con la deuda, sobre todo en un contexto en que los tipos de interés tenderá a subir y con ello las primas de riesgo. Razón de más para perseverar en la política de consolidación fiscal, y, con ella, continuar con las reformas, algunas tan apremiantes como la sostenibilidad de las pensiones o la financiación autonómica, pero también la mejora de la regulación laboral. La primera piedra de toque de estos desafíos la tendremos en las próximas semanas con la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, donde el Gobierno debería exhibir una voluntad inequívoca de seguir corrigiendo nuestro desequilibrio fiscal.

Pero si alguna palabra podría determinar este comienzo de ejercicio esa es incertidumbre, generada en múltiples frentes que pueden acabar empañando la actividad global. El primero de esos frentes es el alcance del tsunami proteccionista que amenaza con desencadenarse en la economía global; un preocupante fenómeno alentado por los populismos y agravado ahora con la llegada de Trump, y que podría deteriorar significativamente la evolución del comercio mundial. Como se ha visto estos días en el Foro de Davos, crece la preocupación ante una eventual guerra comercial entre Estados Unidos y China. El Brexit, resultado de un evidente nacionalismo populista, alentará más proteccionismo. La UE y el Reino Unido deberían resolver con presteza este divorcio para no prolongar de manera innecesario la incertidumbre sobre el futuro de las relaciones económicas entre ambas partes.

Otro elemento de incertidumbre es la luz roja que se enciende con un precio del petróleo al alza. Su extraordinariamente baja cotización ha constituido un importante viento de cola para la economía española en los últimos dos años. El acuerdo suscrito por los miembros de la OPEP y otros grandes productores liderados por Rusia para recortar la producción en 1,8 millones de barriles, en la medida que sea respetado y salvo desplome de la demanda mundial, tensionará los precios del petróleo, que ya alcanza los 55 dólares por barril en contraste con los 28 dólares de hace ahora justo un año. Un petróleo más caro restará capacidad de crecimiento y en el caso de la economía española dejaría de ser el importante viento de cola que fue en 2015 y 2016.

A todo ello se suma el temor a una creciente burbuja de deuda, alentada por las políticas expansivas en los principales bancos centrales. Esta amenaza para la recuperación de la economía la ponía de manifiesto recientemente el Fondo Monetario Internacional, cifrando el endeudamiento global en nada menos que el 225% del PIB mundial, más de 150 billones de euros. James Carville, asesor de Bill Clinton en 1993, aseguró que si se reencarnase le gustaría que fuera en mercado de bonos para poder intimidar a todo el mundo. Los analistas acostumbran a citar esta frase para dar idea de la importancia de la deuda pública en el funcionamiento de la economía global, y de ahí las alarmas ante un eventual estallido de la burbuja que se ha creado.

Por si fuera poco, el vertiginoso calendario electoral que se abre en Europa también es fuente de inquietud, con partidos populistas y eurófobos en alza, como es el caso de los comicios en las dos mayores economías de la eurozona, Alemania -la populista Alternativa por Alemania está acorralando en las urnas a Angela Merkel- y Francia –donde se da casi por seguro que Marine Le Pen disputará la segunda vuelta al conservador François Fillon-, sin perder de vista Holanda, donde podría llegar al poder el xenófobo Geert Wilders.

Como en la célebre película Match Point, de Woody Allen, hay momentos en un partido de tenis en el que la pelota alcanza a pegar en la red, y por una décima de segundo puede seguir su trayectoria o bien caer hacia atrás; con un poco de suerte sigue su trayectoria y ganas. Confiemos en que la pelota de las incertidumbres que acechan siga su trayectoria y que el guion de 2017 sea favorable en lo económico.

Juan José Garrido, Redactor Jefe de Expansión

Juan José Garrido es periodista especializado en información económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, comenzó a trabajar en el Diario de León. Ha desarrollado su carrera profesional en el diario Expansión, donde en la actualidad es Redactor Jefe de Economía/Política y de Opinión. Ha colaborado en tertulias de televisión y medios escritos especializados en economía con artículos de opinión.

Categorías: Estudios y Análisis

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